Uno de los mejores trabajos publicados recientemente sobre biocombustibles salió en el número de noviembre de la revista National Geographic (edición para España). Como siempre extraordinariamente documentado, el artículo viene a decir que los biocombustibles son una fuente de energía renovable interesante, pero desde luego quedan aún serios problemas que ir resolviendo. El mayor problema es que los incentivos gubernamentales han propiciado un desarrollo enorme de los biocombustibles sin tener en cuenta la necesidad de considerar con rigor los costes ambientales en su producción. Dos ejemplos nos dan una idea de lo que queremos decir:
El etanol de maíz es el más conocido pues hay un gran auge en su producción en Estados Unidos. Sin embargo, los estudios del balance energético del etanol de maíz (la cantidad de energía fósil necesaria para producir bioetanol comparada con la energía que produce), indican que se trata de una apuesta perdedora, ya que su producción requiere más combustible fósil emisor de carbono del que sustituye. Entre otras cosas, el etanol de maíz se elabora a partir del grano de maíz, derrochando el resto de la planta.
Brasil, un país pionero en biocombustibles produce etanol de caña (entre 5.700 y 7.600 litros de bioetanol). El bioetanol es un excelente carburante para los vehículos, porque el bioetanol puro tiene un octanaje en torno a 113 y se enciende mejor con una compresión mucho mayor que la gasolina, lo cual permite que los motores de alcohol desarrollen más potencia. Mientras que el balance energético del bioetanol de maíz ronda el cero, es decir, sin pérdidas ni ganancias, en Brasil se logran ocho unidades de etanol por cada unidad de combustible fósil. No obstante, el problema de la caña de azúcar es que al recogerse a mano en un lugar infestado de serpientes; los braceros queman las plantaciones antes de la recolección por lo que la producción de CO2 es sensiblemente superior a lo que pudiéramos pensar.
Como colofón a este artículo, quisiéramos resaltar el fenómeno que se está produciendo como consecuencia de la demanda de etanol en muchas partes del mundo. Los Estados Unidos planean reemplazar el 15 % del consumo de gasolina por combustibles basados en cultivos incluyendo el etanol. Según esta noticia, relacionada con otras similares que saltaron a los medios hace tiempo, esto está teniendo unas consecuencias no previstas: El precio de los alimentos y de los fertilizantes está incrementándose. El 33 % del maíz de los Estados Unidos se usará como combustible en la próxima década. El incremento de la demanda impulsó los precios un 4,9 % en el último año, el mayor incremento desde 1990, y se redujeron las reservas de maíz a niveles no vistos en los últimos 24 años. Al respecto, un nuevo estudio de la universidad de Princeton publicado este mes concluye que el uso de etanol procedente del maíz causa más daños ambientales que los combustibles fósiles.
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