Los que conocimos Europa del este a principios de los 90, recién derribado el muro de Berlín, encontramos unos países con un aspecto desolador, pero también nos dimos cuenta de que en el fondo nos encontrábamos ante diamantes en bruto. El poder intelectual estaba latente, y solamente eran necesarios unos años para que las técnicas del capitalismo hiciesen prosperar a estos países. Efectivamente esto ha sido así, y con la ayuda del incremento en los precios de las materias primas, algunos países y especialmente Rusia han recibido un impulso realmente inesperado.
Rusia es otro de los lugares donde debemos mirar con atención para conocer la economía global, y el papel de las economías emergentes. En este post, hablamos de la situación en Rusia, aprovechando el artículo “Smoke and mirrors” publicado en “The Economist March 1st 2008”.
La primera pregunta que surge es hasta dónde llegará el boom de la economía rusa y cuánto durará. La emergencia hace pocos años de los hombres de negocio rusos y su aceptación por la sociedad hicieron a Rusia mucho más grande, y ello queda reflejado en un crecimiento de la economía del 7 % anual. Las críticas a Putin quedan eclipsadas ante la transformación que Rusia ha vivido en los últimos años. Un país que casi colapsó hace diez años mueve ahora una economía de 1.300 billones de dólares y unas reservas de casi 480.000 millones de euros y un fondo de estabilización de 144.000 millones de euros por excedentes de ingresos de gas y petróleo. El crecimiento anual de los ingresos es de dos dígitos.
Nunca antes los rusos han comprado y viajado tanto. Restaurantes, tiendas y aeropuertos están tirando fuerte; y las calles están atestadas de coches extranjeros. La riqueza no está confinada a Moscú, y casi cada ciudad tiene ya hoteles decentes, restaurantes italianos y tiendas de marca. Incluso aunque las elecciones fuesen justas, la gente hubiese votado a Dmitry Medvedev, el sucesor de Putin. No hay competencia política en Rusia, y es que no puede haberla en un país en el que los salarios crecen a un ritmo del 16 % anual.
La verdad sea dicha, la economía de Rusia comenzó a rebotar justo dieciocho meses antes de la llegada de Putin. Detrás de este asombroso milagro económico están tres factores: Ha resucitado la iniciativa privada, los precios del petróleo se han multiplicado por cuatro durante el mandato de Putin, y su mandato se ha caracterizado por la estabilidad macroeconómica. La economía rusa es ahora más dependiente de los precios del petróleo que nunca, y su futuro dependerá de si caen o no los precios del crudo.
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