- Coste de la energía: El principal motivo por el que hasta ahora no se han tomado medidas drásticas de eficiencia energética ha sido que el coste de la energía es muy bajo. De hecho, no es casualidad que Dinamarca, donde el coste de la energía es elevado, tenga también un alto nivel de eficiencia energética.
- Información: Otro problema que disuade la implementación de medidas de eficiencia energética es que no hay mucha información sobre las técnicas más idóneas; y en segmentos como el industrial puede ser bastante complicado averiguarlo. Los interesados en ahorrar energía en la industria no tienen forma de conocer con exactitud la cantidad de ahorro que van a lograr, ni precisar el plazo de retorno de la inversión. En muchos casos se desconoce incluso cuales son las máquinas o equipos más derrochadores de energía en función de la aportación al valor añadido en los productos fabricados.
- Falta de colaboración de promotores: Las medidas más eficaces de eficiencia energética deben tomarse en fase de construcción de los edificios. Sin embargo, los constructores no lo hacen porque es un valor añadido demasiado “intangible”. Es preferible derrochar energía durante toda la vida útil del edificio a tomar unas medidas esenciales en fase de construcción, puesto que de esta forma se consigue reducir el coste del edificio.
- Financiación de la eficiencia energética: Las subvenciones directas o créditos preferenciales son aún escasos, y difíciles de conseguir.
A pesar de estas dificultades, conforme aumenta el precio del petróleo, la propensión de la industria es mayor para emprender proyectos de eficiencia energética. Bancos y consultoras están empezando a entrar en este sector con fuerza, y las previsiones apuntan a un segmento de mercado de los que más va a desarrollarse en un futuro inmediato. Los datos hablan por si solos. ESCO, una empresa que en Estados Unidos que proporciona servicios de energía ha estado creciendo un 3 % en los últimos diez años, pero ahora lo está haciendo a un 22 %. Los ingresos que la compañía obtuvo en 2006 fueron 3.600 millones de dólares, de los que el 75 % procedieron de la eficiencia energética. El negocio de ESCO consiste en implantar técnicas para reducir el consumo energético de los edificios, conseguir créditos para financiar la operación, y llevar el mantenimiento energético del edificio. Este tipo de negocios, siempre que vayan amparados por sólidos argumentos técnicos, creemos que tienen un interesante futuro en Europa. El negocio de ESCO tiene entre sus claves fundamentales que una parte del ahorro conseguido en el edificio se utiliza para pagar la inversión realizada. Este tipo de ideas no ha conseguido venderse hasta ahora bien en España. Se ha invertido por ejemplo en edificios modernos, con sistemas de refrigeración y calefacción de última generación, pero el propietario luego deja escapar mucho dinero cada vez que pone en funcionamiento sus equipos. La importancia del aislamiento, de la prevención para evitar las pérdidas, no se ha tomado en consideración, el derroche se va por lo intangible sin que nos demos cuenta. Son muchos los ejemplos que podríamos mencionar, pero en lo alto de los despropósitos quizás podemos colocar las denominadas “preinstalaciones de aire acondicionado”. Se supone que el aire frío debe circular por unos conductos mal dimensionados, donde no se tiene en cuenta la pérdida de carga en las conducciones, y menos aún las pérdidas. Tampoco se tiene en cuenta que es un auténtico derroche refrigerar una vivienda completa cuando en el fondo durante una gran parte del día se ocupan una o dos habitaciones.
Bibliografía: The elusive negawatt. The Economist May 10th 2008
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