Hay una tendencia en los países desarrollados a pensar que la eficiencia energética es una cuestión exclusiva de países avanzados, Norteamérica y Europa fundamentalmente. Políticos y hombres de negocios defienden que las energías renovables son algo del primer mundo. Nada más lejos de la realidad, los países pobres están tomando un interés inusitado por el desarrollo de las energías renovables. Cierto es que China está construyendo plantas de generación de energía alimentadas con carbón a un ritmo asombroso, pero como hemos visto en varios artículos, no menos asombrosas son las inversiones chinas en energías renovables: Enorme está siendo el crecimiento del sector eólico en China, y este país ya se ha convertido en el segundo más grande del mundo en fabricación de paneles solares, por no mencionar que cuentan con el mayor número de sistemas de calentamiento solar instalados en sus tejados. Brasil, otra economía emergente, es la segunda potencia mundial en el desarrollo de biocombustibles, que ya proporcionan la energía que necesita el 40 % de su parque de vehículos, y pronto obtendrán de los biocombustibles el 15 % de toda la energía consumida en el país. El principal combustible son los residuos de la caña de azúcar. Ya hemos hablado también en el blog de los esfuerzos que se están haciendo en Chile para la introducción de energías renovables, y son muchos más en la lista, los que están incorporando fuentes de energías verdes.
Conforme aumente la competitividad, más y más países pobres implementarán estrategias de eficiencia energética y energías renovables. Pero ello requiere innovación, y participación de los países ricos, en cuyos laboratorios se desarrollan los productos que posteriormente se fabrican en las plantas de producción.
Bibliografía: The power and the glory. The Economist June 21st 2008
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