Cada día estamos más convencidos de que las enseñanzas de las crisis más serias del siglo XX son las que van a orientarnos sobre cómo conseguir el éxito de determinados modelos productivos. Los próximos años se caracterizarán por sonados fracasos; pero también por grandes éxitos; puesto que los mayores negocios siempre se han hecho en tiempos de crisis. La cuestión es evitar estar en cada momento en el lado equivocado. El diario británico Telegraph ha publicado hoy un artículo de lo más pesimista sobre la economía global: "The global economy is at the point of máximum danger", del cual extraemos las ideas fundamentales sobre las que se basa este artículo.
Igual que ocurrió en el verano de 1931, las dos instituciones financieras más grandes del mundo han sufrido un ataque al corazón. El sistema monetario internacional se está descomponiendo, y ninguno de los líderes mundiales parece saber cuál es el problema, y menos aún las soluciones. El FMI ha abdicado en esquizofrenia, pues ha revisado sus previsiones mundiales al alza, desde un 3,7 % a un 4,1 %. Pero el principal problema sin duda proviene de la política impulsada por los bancos centrales que han mantenido los tipos de interés extremadamente bajos para toda una generación, lo cual ha originado un sobreendeudamiento sin precedentes; y ahora no saben cómo enmendar este error. Volver a la situación de estabilidad que solucionaría la crisis llevaría a la quiebra a millones de personas en situación de sobreendeudamiento.
Por otra parte, por si la crisis del crédito no fuera suficiente, la crisis provocada por el precio de las materias primas ha aparecido de manera simultánea. Atemorizados por las enseñanzas de la crisis de los 70, en la que la espiral salarios-precio llevó el desempleo a cotas desconocidas, los Bancos Centrales no han tenido más remedio que continuar subiendo los tipos de interés. La eurozona en su conjunto está cayendo hacia la recesión a una mayor velocidad incluso que Estados Unidos, donde estalló antes la crisis del crédito. El problema de Europa es que el nivel de las tensiones provocadas por el crédito es peor que en Estados Unidos. Estados Unidos, está sufriendo sobre todo un incremento en el desempleo, y una contracción del sistema bancario, especialmente de las entidades más ligadas a los créditos. Los salarios reales han caído en este país casi 10 % en términos reales, lo cual agrava la situación de la crisis inmobiliaria y el credit crunch. La FED, temerosa del colapso del sistema bancario, ha intervenido socializando los riesgos; y ha rescatado a Fannie Mae y Freddie Mac, los pilares del sistema hipotecario de Estados Unidos, de un derrumbe inminente. Pero la aventura en la que se ha embarcado Estados Unidos es realmente peligrosa por las cifras de las que estamos hablando: La compra de la deuda de Fannie/Freddie, ha disparado la deuda en 700.000 millones de dólares, en torno a un tercio del déficit por cuenta corriente de Estados Unidos. Las consecuencias del rescate de Fannie/Freddie las iremos viendo en los próximos meses.
Pero los problemas se extienden por todo el mundo, contagiándose por la inestabilidad global, por lo que estamos ahora en un punto de máximo peligro: Gran Bretaña, Japón y las antípodas tienen sus economías casi paralizadas. Dinamarca está en recesión. Alemania ha visto contraer su economía en el segundo trimestre. La producción industrial cae un 6 % en Holanda y un 5,5 % en Suecia. Las coaliciones de gobierno se han hundido en Austria y Bélgica. Y todo esto está sucediendo en la parte rica de Europa. Lo peor está en el sur, pues cuando más al sur mayores son los problemas.
Respecto a España, BNP Paribas alerta de una situación que puede equipararse al paso de un huracán. El país entero se encuentra atrapado por la subida de los tipos de interés y el déficit por cuenta corriente, que alcanza ya al 10 %. La burbuja inmobiliaria ha estallado en seco debido a que el crédito se ha secado de la noche a la mañana.
La situación en China, India, Este de Europa y Asia no es mucho mejor, ya que el crecimiento se ha basado en un crédito robado al futuro, y ahora ha llegado el momento de comenzar a pagarlo.
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