A finales de 2006 comenzaron a llegar noticias de Estados Unidos que mostraban las primeras pruebas del resquebrajamiento de un modelo económico basado en la construcción residencial, y especialmente en las expectativas de revalorización de los "pisos". La tantas veces negada burbuja inmobiliaria se estaba desmoronando en todos los países que habían confiado su crecimiento en este modelo. Se habló de un fenómeno foráneo denominado "créditos subprime", que supuestamente no existía en España, pero el problema era bastante más amplio y complejo. En agosto de 2007 un desplome masivo y simultáneo de las bolsas de todo el mundo nos dio a entender que los excesos inmobiliarios lo que realmente habían originado era un agujero financiero de descomunales proporciones, comenzó la crisis del "credit crunch". El dinero de las revalorizaciones de los pisos no se había creado de la nada como muchos pensaban, sino que se había extraído masivamente del sistema financiero convencional y lo había secado, comenzó una etapa en la que los bancos no dan créditos, no porque no quieran como muchos piensan, sino porque no tienen dinero, y el que tienen deben reservarlo para tratar de tapar su propio agujero. La situación ha llegado a tal extremo que los bancos han dejado de financiar incluso a las empresas, con el consiguiente efecto negativo en el crecimiento de las empresas. Las empresas que no han sido prudentes y reservado fondos en recursos propios lo están pasando mal.
Paralelamente a este fenómeno se había producido otra situación muy delicada, tanto alimentos como materias primas, y en particular, el petróleo, habían comenzado a subir de precio a un ritmo desconocido, y consecuentemente la inflación empezó dispararse en el año 2005. Ello obligó a los bancos centrales a tomar, muy a su pesar, una medida impopular: Se inicia un ciclo alcista que continúa en la actualidad. El aumento en los tipos de interés empezó a afectar negativamente a todos aquellos que se encontraban en situación de sobreendeudamiento. Pero por otra parte, los desequilibrios provocados por los diferentes ritmos de subidas, o bajadas, de tipos, generaron también movimientos entre las divisas. La más significativa ha sido la intensa caída del dólar respecto al euro que llevamos viendo desde hace unos dos años. El dólar estaba débil respecto al euro, pero la bajada de tipos que se vio obligada la FED a acometer para intentar salir de la recesión, hizo caer al dólar de manera continuada durante meses. Si un Banco Central baja los tipos cuando en realidad debe subirlos, se provoca un fenómeno como el que estamos viviendo. Los ahorradores norteamericanos vieron alarmados cómo bajaban los tipos a la vez que la inflación subía, y empezaron a abandonar el dólar, buscando divisas como el euro. La renta fija ha sido muy atractiva durante este año para los inversores en euros. También se alarmaron los países productores de petróleo, puesto que la caída del dólar les hacía perder mucho dinero. Empezó a subir con más fuerza aún el petróleo, dejando atrás cotas como los 100 dólares el barril, que durante muchos años se consideraron inalcanzables. Algunos países, especialmente Irán, llegaron incluso a abandonar el dólar en sus ventas de petróleo.
La espiral en la que nos encontramos era incierta, pero de pronto, la situación ha cambiado, un nuevo fenómeno está teniendo lugar: Ahora es el euro quien cae con fuerza respecto al dólar. En este artículo, analizamos lo que está ocurriendo y cuáles son sus efectos, y para ello nos basamos en "It´s time to sell the euro", publicado el 7 de agosto en Moneyweek.
Hay ya pocas dudas de que las economías desarrolladas están teniendo problemas, más bien serios problemas. Tampoco parece haber dudas de que Estados Unidos se dirige sin remedio hacia la recesión, y que en su camino irá acompañado por economías como la británica o la española. Pero en las últimas semanas han aparecido datos que indican que la eurozona va también camino de la recesión, y a una velocidad incluso mayor que Estados Unidos o Gran Bretaña. Esto es lo nuevo que ha ocurrido en el ya complejo panorama mundial, la eurozona parece dirigirse al unísono hacia la recesión. Consecuentemente, la caída del euro y la consecuente bajada del precio del petróleo debe verse en Europa como un hecho negativo, pues es un indicio de que están ocurriendo cosas serias. Asimismo, como ya hemos visto en otro artículo, el que baje el precio del petróleo no está repercutiendo de manera directa en el precio de los combustibles, ya que el euro cae también, y el petróleo se compra mayoritariamente en dólares. Según Moneyweek, el euro puede añadirse a la ya larga lista de monedas enfermas.
Lo más sorprendente del artículo de Moneywek es el siguiente párrafo:
"Anyone who has been keeping an eye on Spain´s troubled economy won´t be too surprised to see that the eurozone is really struggling. The Hispanic housing market is collapsing – sales are down 34 % from the peak, say the latest official figures – and the banking system is on the brink, according to Morgan Stanley".
O lo que es lo mismo, "cualquiera que hubiese prestado atención a los problemas de la economía española, no se hubiese sorprendido de ver que la eurozona esté realmente experimentando dificultades. El mercado inmobiliario español ha colapsado desde su pico – las ventas han caído un 34 % según las cifras oficiales – y según Morgan Stanley el sistema bancario está al borde (del precipicio, se entiende).
La caída de las ventas en un 34 % (en realidad mucho mayor ya que la venta se computa cuando se firma la escritura, y por lo tanto se están ahora firmando muchas ventas que se concertaron hace dos años o incluso más. Puede deducirse de este 34 % que ya en 2006 el mercado inmobiliario estaba en pleno colapso, y no es difícil pensar que hubo un "pacto de silencio" para no divulgar estas cifras. Nadie advirtió a la población de lo que estaba ocurriendo, aunque parece evidente que "todas" las partes implicadas conocían esta situación desde hace mucho tiempo. De todas formas estos datos están ya desfasados, puesto que en El País de hoy ya dan datos de una caída del 78 % en las ventas.
Otro dato inquietante es que el propio ministro Solbes está alertando de lo que está por venir. La tasa de desempleo ha alcanzado ya un 10,4 %, cifras altas pero aún no alarmantes. El problema del desempleo será reamente serio a partir del próximo año, ya que aún hay muchísimas obras en marcha. Los que defienden que la solución al problema pasa por estimular la construcción están realmente equivocados. Lo que está ocurriendo en España es simplemente que estamos asimilando una sobreoferta sin precedentes que nunca se debió haber ejecutado. La solución ante tan desolador panorama pasa por un cambio en el modelo económico hacia otras actividades, pero incluso aunque cambie el modelo los efectos de la fiesta del ladrillo estaremos varios años asimilándolos.
Retomando el artículo de Moneyweek, y el estudio de Morgan Stanley que ya hemos mencionado en otro artículo, lo peor de todo es que la situación de "desaceleración" está aún en una fase inicial. Según todos los indicadores, la población española notará la crudeza real de la crisis en el año 2009. Es clave por ello preparar a la situación no para lo que está ocurriendo, sino para lo que va a ocurrir el próximo año, que será cuando realmente se ponga a prueba a las familias y empresas.
Volviendo a la recesión a la que parece ser se dirige la eurozona sin remedio, es también importante mencionar que los problemas no solamente vienen de España. Moneywek vuelve a citar especialmente la situación en Irlanda, pues en Dublín ya se producen caídas de dos dígitos en el precio de la vivienda. Caídas del precio de la vivienda de dos dígitos crean en poco tiempo graves trastornos a la economía, ya que se produce el temido fenómeno de "deber más de lo que se tiene". En Italia, por ejemplo, Berlusconi ha reconocido la semana pasada que los ingresos del gobierno en concepto de tasas están también en caída libre. Si España e Italia, dos de los principales países de la eurozona están en este trance, es fundamental fijarse en los dos únicos que podrían salvar la situación: Francia y Alemania. ¿Están Francia y Alemania un poco más estables? Pues parece ser que no. Hemos estado tranquilos durante el primer semestre del año, pero a mediados de julio, los índices de confianza empresariales han caído bruscamente en ambos países. El indicador ZEW alemán se hundió repentinamente a niveles records, y el índice de confianza francés también cayó. Según los datos de la última semana, la actividad en la eurozona está cayendo a plomo, a una velocidad bastante mayor de la que los expertos habían esperado.
Otro problema que está apareciendo en la eurozona es que las empresas están empezando a fallar a la hora de pagar sus deudas. Según Moody´s Inversors Service, estamos asistiendo al mayor repunte de la morosidad desde 2003. Los malos datos económicos se suceden, uno de los últimos es del pasado martes, cuando se hizo público que las ventas al menor habían caído en la región un 0,6 %.
Dólar y euro
Los problemas del euro son una buena noticia para el dólar, pues la situación en Estados Unidos se estaba volviendo insostenible. La verdad es que las alternativas al euro no son muchas para los inversores internacionales, pues el dólar y la libra están en situación delicada. No obstante, los datos que vienen del continente parecen ir mostrando que el euro se enfrenta incluso a mayores problemas. Algunos analistas ven en el horizonte intensas caídas en el precio del euro respecto al dólar, lo cual trastocaría notablemente la situación económica en Europa. Por ejemplo, Bill Gross, gestor de Pimco bond fund, no ve actualmente razón alguna para que el euro tenga una sobrevaloración del 25-30 % respecto al precio del dólar. Se avecinan tiempos de gran interés para los inversores en divisas, que sin duda aprovecharán las posibilidades especulativas que se presentan ante este nuevo panorama.
¿Y las pequeñas empresas que pueden hacer para mejorar su competitividad?
El hecho de que España esté integrada en la moneda única puede tener efectos imprevistos en toda la eurozona: El colapso inmobiliario puede afectar seriamente a toda la zona euro. Si nos olvidamos de todo lo demás (caída del consumo, colapso inmobiliario y dificultades para obtener financiación) el nuevo panorama, y sobre todo los previsibles cambios en la cotización de las divisas pueden tener los siguientes efectos:
- Costes energéticos: Estamos asistiendo a una rápida corrección en los precios del petróleo, y si los datos de crecimiento siguen empeorando, podremos llegar a ver los precios del crudo por debajo de los 100 dólares. Pero lo curioso de este nuevo escenario es que la caída del precio del petróleo no afectaría mucho a los europeos, ya que incluso bajando el petróleo podríamos ver subir el precio de los combustibles. Todo depende de la depreciación que sufra el euro respecto al dólar.
Competitividad internacional: Las empresas españolas han experimentado un intenso crecimiento a la sombre de la borrachera inmobiliaria. Pocos han buscado negocios en los mercados internacionales, y ello ha originado un déficit comercial muy elevado. Cuando han intentado salir al exterior, han visto que tenían problemas para competir como consecuencia de la caída del dólar. Pero ahora, la situación puede estar cambiando, y pueden abrirse nuevamente las puertas a la competitividad internacional, lo cual sería un balón de oxígeno para muchos sectores industriales.
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