Hace tiempo que teníamos pensado preparar un artículo sobre Nigeria, un país rico y grande, donde la mayoría de sus habitantes son pobres. Nigeria es uno de tantos países del sur con economía polarizada, donde unos pocos controlan sus riquezas, y otros muchos viven en la pobreza. Y como en todos los países donde los recursos naturales son la principal riqueza, las compañías multinacionales y los lobbies de los gobiernos del norte están siempre en medio.
En la capital comercial de la bulliciosa Nigeria, Lagos, su puerto hierve con barcos cargados de contenedores. En su puerto privado, Lagos no ha notado por ahora el desplome de la economía mundial. El número de contenedores que se mueven aquí se ha doblado en los últimos tres años, y hasta 2009 esta tendencia no parece cambiar. Tal es el bloqueo de mercancías en el puerto de Lagos, que aún se tardan seis semanas en conseguir que las cargas pasen del barco al puerto. Pero tal bloqueo no es algo que deba celebrarse, pues es tan sólo un síntoma más de lo que está ocurriendo en los países del sur e impiden su desarrollo. A pesar de los pingües beneficios que los 140 millones de nigerianos obtienen del petróleo y la devaluación del naira, los nigerianos se mantienen como ávidos importadores. Esto lo saben los omnipresentes italianos, los judíos, los norteamericanos, y los japoneses; pero ningún español a la vista en Laos. Como en tantos otros países enriquecidos por las materias primas, y ante su casi nula capacidad de producción Nigeria; compra caros productos fabricados en el norte para satisfacer su demanda interna.
En el centro de Lagos a los hombres de negocios se le cargan astronómicas cantidades en los buenos hoteles de la localidad, y desde allí se organizan las importaciones. Los nigerianos no compran productos caros, pero si están deseosos de adoptar las costumbres de occidentes. Esto lo saben compañías como Coca-Cola, que planea colocar este año a los nigerianos nada menos que 2.000 millones de botellas. Productos de consumo como los teléfonos móviles, hacen furor ante los jóvenes nigerianos, y Nigeria ha pasado en diez años de casi no conocer el teléfono a tener 64 millones de líneas operativas.
Pero como está ocurriendo con la mayoría de los países pobres, Nigeria no escapará a la recesión global. Depende profundamente de las exportaciones de gas y petróleo, que proporcionan más del 95 % de todas las ganancias en moneda extranjera y la mayor parte de los ingresos del gobierno. Nigeria no tiene nada más que exportar, por lo que es especialmente vulnerable a los precios volátiles del petróleo.
Los que conocieron Nigeria por sus hidrocarburos y algunos inversores, principalmente norteamericanos, han comenzado a ver Nigeria como un mercado emergente, algunos más arriesgados fueron incluso tentados por sus mercados de valores. Una burbuja inmobiliaria local también ha estallado; y el Nigerian Stock Exchange ha caído un 40 % desde su pico. Los especuladores y banqueros locales están sintiendo el dolor agudo de los efectos de la burbuja.
Y como está sucediendo en muchos otros países, el gobierno preocupado ha aprobado un presupuesto expansivo, que gastará en 2009 hasta 21.200 miles de millones, mucho más que en ejercicios anteriores. Nigeria, junto con África en su conjunto será también afectada por la recesión. Chukwuma Soludo, el gobernador del banco central, afirma que las economías subsaharianas crezcan aún aproximadamente un 3 % este año. Nigeria crecerá más, aunque no llegará a superar el 6 % como en años anteriores. Nigeria estaría por ahora resistiendo bastante bien el dolor de desplomes previos en el precio de las materias primas, como ocurrió en los años 80, cuando el gobierno no pudo cumplir con sus pagos y ello originó revueltas sociales.
Otros datos positivos que llegan de Nigeria proceden de algunas reformas macroeconómicas decentes llevadas a cabo en el país. La inflación, dejando aparte los alimentos, queda aún bastante baja. El gobierno ha pagado sus deudas y dispone de unas reservas de 20.000 millones de dólares en un fondo llamado Excess Crude Account, que ayudarán a las finanzas públicas.
Pero si bien la crisis no ha golpeado aún a Nigeria con dureza, el país está expuesto a problemas domésticos no resueltos. Los bancos, por ejemplo, han dejado de prestarse dinero entre sí o a las empresas locales, especialmente a las más pequeñas. Esta congelación de los bancos puede deberse a una peligrosa exposición al hundimiento de los mercados de valores. Sin el apoyo del gobierno, algunos bancos habrían caído.
La producción de petróleo y gas está también en baja forma. Durante mucho tiempo Nigeria fue el principal productor de África, pero ahora ha cedido este puesto a Angola. La producción está cayendo, en parte debido a la inestabilidad en las zonas productoras del Delta del Níger. Un nuevo oleoducto, para exportar a Ghana, Togo y Benín, se ha inaugurado en enero, pero aún no circula producto por él. Actualmente se habla de construir otro oleoducto de 4.400 km hacia el norte, cruzando el Sahara, para enviar gas vía Argelia hasta Europa.
Pero como en tantos otros países, Argelia es aún incapaz de proporcionar luz suficiente a su propia población, que deben utilizar costosos generadores diesel. Los cortes de energía eléctrica son comunes. Las soluciones son bastante obvias: falta suministro de gas a las turbinas existentes, y deben construirse más plantas energéticas.
Bibliografía: A double strike. The Economist 14th 2009
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