Las leyes de indigenización del país introducidas por el Presidente Robert Mugabe acabaron provocando como era previsible la huida en estampida de la inversión extranjera. Y como siempre ha ocurrido en África cuando se da la espalda a los países desarrollados, la economía fue duramente golpeada. El actual primer ministro, Morgan Tsvangirai, planea cambiar las leyes para tratar de atraer nuevamente a las multinacionales, siempre odiadas pero sin las que muchos países lamentablemente no pueden vivir.
El actual presidente intenta por todos los medios cambiar la imagen del país y ha buscado el apoyo de líderes mundiales, entrevistándose entre otros con Barak Obama. Durante su viaje por el norte, ha conseguido desbloquear 150 millones de ayuda, fondos que serán canalizados a través de organizaciones no gubernamentales.
Pero el tesoro más codiciado de Zimbabwe son sus recursos mineros, y es en la industria minera donde Tsvangirai busca inversores. Dos pequeñas compañías, Impala Platinum y Mwana Africa, están ya invirtiendo allí, pero el riesgo político alejó a las grandes compañías.
Los ricos depósitos de oro, níquel, platino y diamantes pronto serán sin duda nuevamente explotados, pero para ello Tsvangirai debe cambiar varias leyes. El nuevo gobierno se propone dar nuevos incentivos, incluyendo niveles racionales de royalties y niveles de tasas corporativas aceptables.
Nuevos tiempos parecen pues aproximarse para los negocios en Zimbabwe, habrá que permanecer atentos.
Bibliografía: Financial Times
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