En los últimos meses Toyota sustituyó por sus directivos, para proyectos y recortó temporalmente la producción a la mitad. Toshiba tomó el control de sus filiales y cerró a negocios sin beneficios. Estas medidas son inteligentes cuando se quiere afrontar una crisis. De nada sirven debilitar a una empresa manteniendo actividades no productivas. Sony planea reducir la mitad el número de suministradores (esta medida ahorrará 5.200 millones de dólares tan solo este año). Todas ellas planean recortar trabajadores a tiempo parcial y temporal. Estas acciones de las compañías japonesas alientan a otras a seguir ejemplo. Las enseñanzas de la década perdida (1991-2002) son claras, las firmas que lo adoptaron medidas drásticas desaparecieron o sufrieron un estancamiento que duró años. Conforme avanza la crisis, las empresas se debilitan más y el margen de acción va disminuyendo. Esta vez Japón no caído en el error que mantuvo al país sumido en una prolongada crisis. Después de todo, si un país sabe responder ante un periodo de lento crecimiento este es Japón.
La prensa japonesa, ayudado a mentalizar a la población con continuas llamadas que han conseguido apoyo para tan duro sacrificio. Destaca esta responsable actitud a la reacción carroñera de la prensa española, más preocupada por la batalla política y prestar apoyo a los grupos de presión que realmente han originado la crisis.
En Japón estalló en 1992 una burbuja especulativa de origen inmobiliario muy similar a la española. Sorprendentemente la historia se repite. En 1991 la prensa japonesa se dedicó a culpar a los bancos norteamericanos de lo que estaba ocurriendo en el país, como ocurre en España actualmente el detonante de la crisis japonesa también vino de Estados Unidos. Aquel año las exportaciones se hundieron repentinamente, y ello ocurrió en tándem con un incremento del precio de las materias primas y una apreciación del yen que hizo sus exportaciones más caras. La misma situación se ha dado en España. En la década perdida nadie quería asumir en Japón los sacrificios de la crisis. Los bancos continuaron durante mucho tiempo su errática trayectoria, los desarrolladores de la propiedad no asumieron que habían creado un negocio a partir de humo, y los conglomerados ambiciosos intentaron por todos los medios posibles prolongar una situación que había ya muerto. Los trabajadores obviamente pensaban que la crisis debía pagarla quienes la habían provocado. Las reformas corporativas, muy duras, sólo fueron asumidas con el paso de los años.
En esta ocasión, la economía japonesa es fuerte y está saneada, y la crisis se debe exclusivamente a una fuerte caída de la demanda en occidente. La fuerte dependencia de Japón del sector exportador ha provocado que su economía se contraiga este año en un 6 %. La sobrecapacidad industrial japonesa para bienes no demandados actualmente es la mayor de todos los países ricos. En realidad, las cosas están tan mal que se ha asumido que no pueden ir a peor.
¿Cómo se reestructura una empresa?
En este blog intentamos caracterizarnos por la independencia, y ello supone que muchas aseveraciones tajantes pueden resultar hirientes, pero para eso está la magia de la blogosfera, para que cada uno exprese su opinión libremente. Dicho esto defendemos que toda reestructuración pasa por reducir el staff. Desde la década perdida la fuerza laboral de Japón es más flexible, la tradición del empleo para toda la vida de la postguerra ha desaparecido. Al elevarse la proporción de trabajadores no regulares las firmas han conseguido recortar costes rápidamente. Esta es la de conseguir sobrevivir cuando el mercado se reduce.
Otro signo de cambio en las corporaciones japonesas es el repentino celo por las fusiones y adquisiciones, un fenómeno que se produce al incierto ambiente comercial y a la escasez de capital. El último año las compañías japonesas incidieron más que nunca en las adquisiciones en el extranjero.
Además de reestructurar las empresas las firmas japonesas han puesto todo su empeño en recortes costes, una teoría que han desarrollado especialmente las más exportadoras, pues fueron las más afectadas por la caída de la demanda global. El dolor de los recortes se ha extendido con fuerza en a los suministradores, quienes sufren con más intensidad todos los nuevos cambios.
Bibliografía: Breaking free. The Economist. June 20th 2009.
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