Hacía tiempo que no hablábamos del precio del oro, pero esta semana merece la pena una breve reseña. El oro ha vuelto a superar la astronómica cota de los 1.000 dólares la onza. Tras mucho hacerse de rogar, el codiciado metal ha vuelto a superar el valor talismán.
Los temores en los mercados del oro llegaron cuando Hong Kong anunció que estaba sacando sus reservas de los depósitos que tiene en el Reino Unido y las está moviendo a una recién estrenada cripta que ha construido cerca del aeropuerto de la ciudad. Así, las reservas del minúsculo estado se han movido hacia el este. Se estima que Hong Kong posee unos 63 millones de dólares en oro. En el escenario internacional no es mucho.
Muchos seguidores del oro argumentan que si todos los que tiene futuros, Exchange traded funds, warrants, options, CFDs – y cualquier otro derivado hiciesen lo que ha hecho Hong Kong, no habría bastante metal físico y el precio se dispararía.
Cuando los países mueven el oro siempre hay consecuencias. Un caso destacable fue el de Francia a finales de los 60 y principios de los 70, que se empeñó en cambiar sus dólares por oro y ello eventualmente obligó a Estados Unidos a dejar el patrón oro en 1971. Estados Unidos no tenía suficiente oro para devolver los dólares que había imprimido. El oro multiplicó su precio por diez. Quizás Hong Kong está llevándose el oro ahora que todavía puede.
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