El comercio con Brasil, como con el resto de América del Sur, no siempre ha sido sencillo. Pero las cosas han cambiado, Brasil es uno de los colosos mundiales y es ahora quién pone las condiciones. Nuestra experiencia en Sudamérica indica además que Brasil está adquiriendo un papel relevante como líder tecnológico en los países de la región, pues los conceptos tecnológicos de Europa y Estados Unidos (sobre todo Europa), están muy alejados de las necesidades reales del mercado latinoamericano. Así, Brasil y fabrica ya desde tornos CNC hasta autómatas programables, y a un precio muy inferior al de las grandes multinacionales europeas o norteamericanas. Todo ello, y especialmente su enorme en riqueza en recursos minerales y nos debe llevar a estudiar con más detalle lo que ocurre en Brasil. No sólo para intentar venderles nada para las olimpiadas de Río, como intentan ahora muchos, sino para saber cómo se está moviendo la economía brasileña. Brasil es ya junto con países como Turquía o China uno de los principales competidores de las empresas españolas. Y como muchas han podido dar percibir, la competencia brasileña es dolorosa. A muchos no les gusta que escribamos estas cosas pero nuestro consejo es que se asuma esta realidad. Nuestros competidores no son Alemania o Estados Unidos, los que nos hacen perder las licitaciones son Brasil, Turquía o China.
Aprovechamos el artículo “Arrival and Departures” publicado sobre Brasil en el especial sobre el país que publicó The Economist el 14 de noviembre para echar una nueva ojeada a Brasil y profundizar más allá de los tópicos bien conocidos.
Si hay algo que caracteriza a la economía brasileña en estos momentos son las fuertes inversiones que se están realizando en el país, mayoritariamente por empresas extranjeras. Pero las inversiones en Brasil no son recientes. Los primeros inversores fueron los británicos y uno, que construyeron ferrocarriles en el siglo XIX. General Electric entró en este mercado emergente en 1919. Las primeras bombillas iluminaron el famoso Cristo redentor de Río en 1919. Pero la oleada de inversiones llegó cuando en los 50, China e India se cerraron y la península de Corea estaba en guerra. Los fabricantes de vehículos, por ejemplo, llevan ya muchos años en Brasil, y en los últimos años Fiat, GM y Volkswagen intensifican sus inversiones en el país. ¿Qué sentido tiene fabricar algo en España cuando puede hacerse lo mismo en otro país como Brasil mucho más barato? A veces parece olvidarse que las empresas tienen como objetivo principal la obtención de beneficios, y no la creación de puestos de trabajo. Es por ello que las grandes empresas (las que pueden) hacen uso de su derecho a abrir y cerrar plantas industriales donde consideren oportunos en cada momento. Esa triste realidad es el motivo principal por el que España no saldrá de la crisis en mucho tiempo. España ha invertido en cemento y especulación, en vez de en competitividad, y ahora lo estamos pagando.
Pero no nos salgamos de la idea principal y sigamos con Brasil.
Otro de los proyectos fuertes en Brasil es el que anunciaron China Development Bank y Sinopec, una compañía petrolífera china. Se invertirán 10.000 millones de dólares para obtener 200.000 barriles diarios en nuevos campos.
Las inversiones que han fallado en Brasil tienen una característica común. Compañías extranjeras llegan llenas de optimismo, paran demasiado por una firma local y luego dejan que las cosas se estropeen.
Para tener éxito en Brasil, igual que en el resto de Sudamérica, hay que patear mucho el país y aprender lo que sólo enseña la convivencia con la población local. De nada valen los viajes organizados, lo primero es saber moverse por Brasil sin meterse en problemas, y eso sólo se aprende metiéndose en problemas previamente. Los brasileños llaman el arte del jeitinho, a la forma de sortear los innumerables obstáculos que tiene que ir sorteando el europeo o norteamericano que intenta hacer negocios en Brasil. Lo más difícil en Brasil, como en toda Sudamérica es cerrar los negocios, y eso sólo se consigue con un largo aprendizaje y por supuesto, un sólido apoyo local fiable.
Pero las cosas siguen cambiando rápidamente, ya en los últimos años han aparecido nuevos jugadores en el escenario de América del Sur, las flamantes multinacionales brasileñas. Algunas de ellas, Petrobras y Vale, se encuentran entre las mayores compañías del mundo; pero tenemos compañías como Embraer, el tercer fabricante más grande del mundo de aviones de pasajeros.
Otras son sectoriales, como los fabricantes de acero Gerdau y CSN; Marco Polo, un fabricante de autobuses; o los gigantes de la sector alimentario JBS-Friboi, Perdigão y Sadia. Pero también tenemos a WEB, que fabrica componentes eléctricos; Odebrech y Carmago Corrêa, firmas de construcción; Natura, fabricante de cosméticos; Votorantin, Coteminas y otras.
Así que, cuando viajemos por América del Sur más allá de los resorts y de Machu Pichu; vamos a poder ir percibiendo continuamente la sombra de todas estas multinacionales. Vamos a darnos cuenta también cómo junto con los chinos se están repartiendo el pastel de América del Sur.
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