Si bien la inestabilidad social siempre tiene motivos complejos, lo cierto es que detrás de las revueltas que vienen produciéndose en los últimos años siempre tenemos el mismo motivo principal: El incremento del coste de los alimentos hace aparecer el hambre en regiones hasta ahora tranquilas. Si la situación continua, como parece que es inevitable es por tanto previsible que esta inestabilidad social no solamente no se aminore sino que lo que podemos esperar es un recrudecimiento o episodios continuos de inestabilidad.
En Egipto lo hemos visto también en los últimos días, triunfó su revolución pero los problemas de precariedad económica para la mayoría de la población siguen siendo los mismos y los problemas no se aplacan. Pero lo más siniestro es que en gran medida el problema del encarecimiento de los precios de los alimentos se debe a la subida en paralelo de los precios de la energía. En todos estos países se cultivan los campos con tractores, los transportes suelen ser a largas distancias y se mantienen fríos los productos utilizando generadores diesel. Los combustibles son cada vez más caros y junto con el aumento de la población esto supone una presión sobre los precios.
Un estudio publicado por el equipo bajo la dirección del professor Yaneer Bar-Yam, en septiembre de 2011 mostró que los picos en la necesidad de importar alimento en países de oriente medio desestabilizaban el liderazgo político. Cuando los alimentos no están disponibles, la gente no tiene nada que perder y el orden social queda afectado. El estudio analizó picos de violencia en países como Haití, Egipto, Coste de Marfil, Sudán, Camerún, Yemen, Argelia, Arabia Saudí, Mauritania, Marruecos, Bahrain, India, etc. Las revueltas se producen porque la gente no tiene nada que llevarse al estómago y no tiene más remedio que lanzarse a la calle. Lo que ocurre también es que aprovechando las protestas diferentes movimientos sociales locales que permanecen latentes capitanean las revueltas y finalmente se transforman en un problema político con alcance internacional. El pico de la Primavera Árabe es una muestra de lo que está ocurriendo.
Lo sorprendente del estudio de Bar-Yam es que el modelo es anterior a las revueltas que están teniendo lugar en el invierno 2012-2013 y ya se predijeron en el modelo estudiado. La terrible sequía de 2012 y algunas catástrofes naturales hacían presagiar un nuevo incremento en los precios de los alimentos y a la vez nuevas revueltas populares como las que vienen ocurriendo en Egipto y Malí.
La relación entre los precios de los alimentos y la inestabilidad política tiene muchos más componentes interesantes que podemos destacar. Por ejemplo, los subsidios agrícolas pueden suponer presiones tremendas en los precios ya que socavan la agricultura y disuaden a los agricultores de cultivar. Se abandonan los cultivos y ello origina una nueva escalada de precios y la necesidad de importar alimentos hace que no haya recursos públicos y las revueltas vuelven a dispararse.
La especulación con los alimentos tiene también mucha influencia en estos problemas ya que los especuladores vierten enormes cantidades de capital en un mercado pequeño como el de las commodities y ello crea una situación inestable que primero se percibe en el Chicago Mercantile Exchange, y finalmente en las plazas del Cairo y Bengasi. Acciones como las llevadas a cabo en Estados Unidos en 2005 de subvencionar el etanol (por la demanda creciente de energía) desvió alimentos a los combustibles y ello supuso un dramático incremento en el precio de los alimentos. Hoy en día el 40 % del maíz de los Estados Unidos se usa para producir etanol.
El informe completo puede consultarse aquí.
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