Cuando hablas con la gente, hay un sentir popular de que China está poco a poco ocupando posiciones e invadiendo cada vez más sectores económicos. Lo hacen de de forma inteligente, desde abajo, nada de comprar empresas cotizadas, los chinos compran el bar de la esquina y transforman en un todo a cien la tienda de complementos que nunca funcionó. En nuestra opinión, la importancia de China es tal que los negocios del futuro inmediato tienen dos opciones; aprovecharse de la bonanza China, con lo cual prosperarán; y competir con China, en cuyo caso están abocados a un cierre irremediable. Ha llegado el momento de conocer exhaustivamente a China y a los chinos.
Escribimos un nuevo artículo sobre China, a partir de “The new colonialists”, publicado en The Economist March 15th 2008, que sin duda nos va a sorprender, pues las cifras de las que habla no tienen parangón de lo conocido hasta ahora en economía internacional.
En otros artículos hemos hablado de lo que está ocurriendo en Asia con los alimentos. No exageramos cuando hablamos de la voracidad china por las materias primas. El país cuenta con alrededor de 1/5 de la población mundial, pero está engullendo más de la mitad de la carne de cerdo que se consume en todo el mundo, la mitad del cemento, un tercio del acero y la cuarta parte del aluminio total producido. Pero si las cifras absolutas son asombrosas, más aún lo son las cifras de crecimiento, que no dejan de causarnos cierto temor ante lo que puede ocurrir en los próximos años. China está importando actualmente 35 veces la soja que compraba en el exterior en 1999 y 23 veces el cobre que importaba ese año. China se ha tragado las cuatro quintas partes del crecimiento en la producción de cobre que ha tenido lugar en el mundo desde 2000.
Y lo que es peor, China está cada vez más hambrienta. Aunque el consumo de petróleo está cayendo en Norteamérica, el precio del barril de petróleo está rompiendo todos los records, y ello es debido fundamentalmente a la demanda de China y otras economías emergentes. La Agencia Internacional de la Energía espera que las importaciones de China se tripliquen de aquí a 2030. La demanda China de materias primas está creciendo tan rápidamente que está originando una etapa de bonanza entre los agricultores, mineros y al sector petrolero. El término “expansión cíclica” no parece hacer justicia a lo que está ocurriendo. Por ello, la banca ha acuñado un nuevo término: “superciclo”.
No todos los observadores piensan, sin embargo, que el apetito sin escatimar que tiene China por las commodities es tan grande. Las quejas más comunes se centran en la política extranjera que está llevando a cabo China. En su afán por asegurar suministros fiables de materias primas, se dice, China está mimando a los dictadores, despojando de recursos a los países pobres. De este pecado no están libres desde luego la mayoría de los países de occidente, lo que ocurre es que China lo está haciendo ahora a lo grande. Los países más afectados están en África y Latinoamérica.
Estos argumentos ignoran los beneficios que la borrachera por commodities de China está trayendo a muchos países pobres, y a otros ricos como Australia. Las economías de África y Latinoamérica nunca han crecido tan rápido.
China está también desplegando toda su acción diplomática para tratar de paliar los efectos de su política. De hecho, está tratando de paliar su influencia en occidente para tratar de frenar el odio creciente que está despertando en sus amigos, incluyendo Sudán y Myanmar. Para ello está tomando medidas como dejar de resistirse al despliegue de las fuerzas de la ONU en Darfur, e incluso está enviando a sus propios ingenieros militares para unirse a la fuerza.
La avidez de China por los recursos naturales está creando bastantes problemas. La mayor parte de ellos, sin embargo, se están produciendo en China, y no en el extranjero.
China está pasando su aspiradora en todo el mundo tratando de conseguir materias primas, pero el motivo no es que su economía esté creciendo a un ritmo paralelo a su voracidad. El motivo de este aumento desmedido es que el crecimiento chino se concentra en recursos que usan muchos recursos. En los últimos años, el sector de la fabricación chino ha pasado de fabricar productos ligeros (omnipresentes en occidente) a fabricar como industria pesada. Por este motivo, por cada producto fabricado, China consume ahora muchas más materias primas.
Esto puede sonar a cambio menor, pero las implicaciones son dramáticas. Más preocupante aún son los niveles de contaminación que está alcanzando China. La industria pesada requiere una enorme capacidad para producir energía, y para colmo los sistemas de producción chinos no son eficientes desde el punto de vista del consumo energético. De hecho, en la fabricación de acero, por ejemplo, se usa el 16 % de la energía de China, lo cual contrasta con el 10 % de los principales países productores. Pero el combustible más común utilizado en China no es el petróleo, sino el carbón. Por ello, plantas químicas y acerías lanzan más y más lluvia ácida y smog, por no mencionar el calentamiento climático.
Estos problemas no sólo son un inconveniente, sino un lastre para la sociedad. Cada año, causan millones de enfermos, y provocan cientos de miles de niños prematuros muertos.
¿Qué podemos hacer ante esta situación? Pues ya lo hemos dicho al principio, la única solución que queda a los productores de occidente es aprovechar precisamente este boom de las materias primas. Y sobre todo aprovechar los puntos flacos de la producción China, que son muchos y los iremos viendo pronto.
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