En otro artículo anterior ya hemos visto con cierto detalle los últimos impulsos tecnológicos que están teniendo lugar para aprovechar la energía procedente del mar. En ese sentido, muchas personas ven en la energía del océano un gran potencial en un futuro próximo, y es que la energía potencial que generan los vientos y las mareas puede ya ser bien aprovechada con las nuevas tecnologías de generación. En este nuevo artículo profundizamos en el conocimiento de los avances que están teniendo lugar en este campo emergente.
Muchas noticias circulan por la blogosfera hablando de nuevos descubrimientos, experimentos y del potencial de los océanos. Incluso en países recónditos como Turkmenistán (ver New device to power the world) se hacen eco de estas noticias, y es que las energías renovables están de moda.
Pero el aprovechamiento de esta energía gratuita e ilimitada viene investigándose desde hace muchos años. Entre otros ejemplos, encontramos los estudios de Sir James Ross que en 1840 ya estudiaba la velocidad de transmisión del sonido en el agua del mar, y los efectos en este fenómeno de las corrientes y los niveles de salinidad. A partir de entonces, todos los investigadores coinciden en que nos encontramos ante una fuente de energía aprovechable. La energía del océano es densa y extremadamente predecible y el tamaño de las olas puede conocerse con una antelación de 3-5 días. Por otra parte, los ciclos de las mareas se basan en las fases lunares, los cual permite predecirlas con una antelación de cientos de años. Esta evidencia de dependencia incomparable ha dado pie a que muchas compañías estudien las posibilidades de producir energía a partir del océano.
La industria de la energía del océano
Como en tantas otras disciplinas de la técnica, fueron los británicos los que abrieron el camino para el desarrollo de la industria del océano. Entre 1976 y 1982, el programa U.K. Wave Energy Program, proporcionó 60 millones de libras esterlinas para dotar un fondo de investigación de la energía de las olas. El trabajo pionero del investigador nacido en Sudáfrica, Stephen Salter, debe destacarse por los campos que abrió en el seno de aquel proyecto, trabajando en campos como la reducción de la fatiga en los álabes de las turbinas eólica, o la desalación usando energía de las olas del mar. El dispositivo inventado por el profesor, el duck, conseguía absorber el 90 % de la energía que incidía sobre el mismo, y alcanzaba eficiencias de conversión de hasta el 90 %.
Pero aquel proyecto no tuvo continuidad, y acabó en 1982, pero desde entonces otros proyectos intentaron impulsar esta tecnología. Los países más prometedores fueron Reino Unido, Canadá y los Estados Unidos. Estos países eran una ubicación privilegiada por el excelente soporte tecnológico y de ingeniería que podía recabarse en construcción marina. También los israelitas están desarrollando con intensidad la tecnología de recuperación de energía de las aguas. La situación ha llegado hasta tal punto que es muy posible que en breve la mayor capacidad exportadora de Israel sea precisamente la tecnología del agua.
Tecnología de la energía del océano
Mucha investigación se está llevando a cabo en todo el mundo con aplicaciones directas sobre el agua, y al menos dos tercios de la misma son proyectos centrados en tecnologías relacionadas con la energía del océano. Ya hemos visto que la disponibilidad de energía en el mar es enorme, pero es que además casi el 50 % de la población mundial vive a menos de cien kilómetros de la costa.
El instrumento que actualmente parece más prometedor es el denominado “point absorber”. Es un dispositivo similar a una boya pero con capacidad para transformar el movimiento inducido por las olas en electricidad vía un dispositivo mecánico colocado en el fondo del océano. Una descripción detallada de las posibilidades de este dispositivo puede encontrarse aquí. Seguramente volvamos a hablar pronto en el blog de esta tecnología, su carácter innovador lo merece.
Mercado de la energía del océano
Por último, no podemos acabar sin mencionar que las inyecciones de inversión que recibe este nuevo sector de actividad son ya sustanciales. Desde 2001, las compañías más activas del sector han invertido más de 500 $ en la construcción de plantas piloto e investigación. De hecho, ya hay compañías que están dando beneficios en esta actividad. Por ejemplo, Ocean Power Technologies informó de unos ingresos de 1,7 millones de dólares en 2006, y unos ingresos de 2,5 millones en 2007.
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