En los últimos tiempos, la reacción de varios países de Iberoamérica (Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, y en menor medida Argentina) ha desequilibrado el comercio de la región. Gobernantes populistas lo han tenido fácil, pues era “vox populi” que muchos sectores estratégicos de las economías regionales se habían transferido a manos extranjeras de forma poco transparente.
En Europa sería impensable que una simple carretera estuviese en manos privadas y los usuarios se viesen obligados a pagar sin recibir servicio alguno a cambio. Esa es la tónica general en América Latina. No sólo los servicios estratégicos se lo ponen fácil al populismo, sino también la incapacidad manifiesta para combatir la seguridad y la corrupción en muchos países, y la más manifiesta incapacidad aún de combatir la pobreza mediante políticas efectivas de desarrollo. Los países pobres desvían fondos a la región, pero esos fondos sólo sirven como medida paliativa en la mayoría de los casos, y son también la puerta de entrada a muchas multinacionales extranjeras que se posicionan en sectores estratégicos clave de la economía. América del sur se desgaja en porciones para los inversores extranjeros (ver “Los mejores sitios para invertir en infraestructuras en Latinoamérica”). En muchos países se vienen ya aplicando criterios transparentes, pero en otros la inversión extranjera es un auténtico expolio de los recursos naturales de la región. Ver (“La nueva fiebre del or.., petróleo en el Amazonas”).
Las comunidades que poseen los recursos ancestralmente ven impasibles cómo las empresas extranjeras expolian sin recato alguno lo que siempre ha sido suyo. Este hecho lo hemos podido ver de primera mano hace muchos años, y es el germen en el que fundamentan todos los movimientos de reacción al fenómeno. La “inestabilidad” que llega a occidente proviene casi siempre del mismo problema (ver “Nigeria, petróleo en peligro”), pero los medios de comunicación de los países ricos suelen quedarse solamente en la superficialidad del problema.
Ni mucho menos queremos justificar en este artículo estas reacciones, pero si es importante entenderlas para saber cómo funcionan los negocios en estos países. Decimos esto, porque muchos medios de comunicación de los países ricos hacen campaña política contra los países que se alejan de su órbita y ello puede hacer que se desconozcan jugosas oportunidades de negocio. De hecho, entendemos que si exceptuamos las inversión en actividades estratégicas (infraestructuras, energía y finanzas fundamentalmente), muchos otros negocios pueden hacerse en países como Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. A la hora de la verdad, no hay muchas diferencias en los negocios que pueden hacerse aquí, respecto a los que pueden conseguirse en economías más codiciadas como China o Vietnam.
Alba: La respuesta de Venezuela al Libre Comercio
Desde luego, si hay algo que le sobran al mandatario de Venezuela son ideas de impacto, y una de esas ideas ha sido ALBA. La Alternativa Bolivariana de las Américas representa el primer intento regional de integración que no se basa principalmente en el libre mercado sino en una nueva visión del bienestar y la igualdad. Al menos esos son los argumentos que la propaganda de estos acuerdos esgrime (ver diario Granma). Pero estos acuerdos son una respuesta dada desde el eje que impulsan Cuba y Venezuela a las políticas de libre comercio que Bush impulsó en la región (Free Trade Agreement of the Americas (FTAA). Y lo cierto es que ese rechazo se va extendiendo, ya no sólo por los subsidios, sino sobre todo por la fragilidad de las empresas locales de Iberoamérica. Si bien las grandes empresas de Latinoamérica utilizan técnicas avanzadas de gestión que les permite competir por igual con occidente, un segmento inferior (facturaciones entre 3 y 10 millones de dólares), están muy expuestas a los acuerdos de libre comercio, pues sus técnicas de gestión y marketing son aún muy primitivas. Más expuestas aún están las agrupaciones de campesinos que en los últimos años están empezando a comercializar conjuntamente sus productos.
La respuesta de ALBA es sencilla, aumentar el proteccionismo. Pero el proteccionismo se ha aumentado sobre los productos que compiten con los locales, por lo que las economías siguen abiertas a muchos otros negocios. Las colaboraciones empezaron con las ofertas de petróleo venezolano barato como contraprestación por la ayuda de médicos y expertos en salud cubana. La “Operación Milagro” incluía la operación de ojos, transporte y alojamiento a 600.000 ciudadanos de Latinoamérica cada año. Bolivia entró también en ALBA y pudo así obtener ayuda médica, maestros, asistencia técnica para gestionar su sector de hidrocarburos, y un mercado para su soya. La contribución de Bolivia al proyecto fue en la forma de sus reservas de gas natural.
Pero el alcance del proyecto ALBA es ya enorme, cubriendo áreas como (1) Energía, (2) comunicaciones, (3) cooperación militar, (4) deuda externa, (5) economía y finanzas, (6) industrias básicas e iluminación, (7) recursos naturales, (9) educación, (10) desarrollo tecnológico y científico,…
El proyecto ALBA también consiguió envolver en cierta manera a otros países de la región, como Brasil, Argentina y México.
Bibliografía: ALBA, Venezuela’s answer to free trade. Focus on the Global South
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