Se habla mucho de respeto a los derechos humanos y de libertades, pero poca atención se presta a las carnicerías más atroces cuando los diamantes están por medio. En los años 90 el comercio de diamantes de Sierra Leona era próspero, y pocos se plantearon si era lícito o no comerciar con unos propietarios de minas que imponían disciplinas a base de violaciones, asesinatos y amputaciones de brazos generalizadas. Si en aquella época circulabas por las carreteras del país y tenías la mala suerte de ser parado por los rebeldes del Frente Unido Revolucionario, era muy probable que acabases con un brazo amputado.
Pero en 2002 acabó la guerra civil y las minas cayeron nuevamente en manos de las compañías multinacionales. También mineros independientes prospectaban a mano lo que podían encontrar en el suelo que habían dejado exhausto las compañías mineras.
La industria de los diamantes de un país tan pobre como Sierra Leona ascendía a 26 millones de dólares al final de la guerra, pero en 2007 se desarrolló hasta los 141 millones de dólares.
Pero en los últimos diez meses una inversión que se veía segura como los diamantes también se ha desplomado. Y decimos desplomado porque el precio de los diamantes también ha caído a plomo, sufriendo los inversores pérdidas de un 33 % en sólo unos meses.
El hundimiento del precio de los diamantes es la respuesta al colapso de la demanda mundial, que ha obligado a las compañías mineras a cerrar temporalmente algunas de sus instalaciones. Países productores como Rusia y Australia no se verán afectados por la medida, pero si se verán afectados los países pobres de África. De hecho, ya se están cerrando minas en países como Botswana y Namibia.
Bibliografía: Digging in the dumps. The Economist May 30th 2009.
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