Hace ya más de diez años que los especuladores apostaron fuerte por obtener beneficios con el incremento de los precios en suelos y locales destinados a montar negocios. La sistemática era bien sencilla. Se ponía a la venta un lote de suelo destinado a montar negocios y a la semana estaba vendido. La mayoría de los compradores no pretendían montar negocio alguno, sino que simplemente pretendían venderlo a un precio superior. Y los que realmente necesitaban el suelo para montar un negocio no conseguían satisfacer su demanda y finalmente se veían obligados a comprar en otro sitio pero a un precio muy superior. Durante años, la especulación inmobiliaria se cebó con suelos y locales destinados al uso comercial, y llegó un momento en el que en países como España el negocio no era otro que la especulación. Pero claro, llega un momento que no es rentable montar ningún negocio y ello acaba originando la paralización de las actividades para las que estaba realmente previsto el activo comercial, y finalmente todo el negocio se desploma.
En España, uno de los líderes mundiales en este tipo de prácticas, la actividad productiva se acabó paralizando. Pero este problema afectaba a muchos países, y a partir de junio de 2007 se inició una inevitable corrección que ha hecho que los precios hayan caído por el momento un 43 %. El problema no sólo está en la devaluación en sí, sino que los que compraron para montar negocios realmente productivos (no fueron muchos, pero si algunos), se han visto arrastrados por la debacle global de la economía y ahora o han cerrado o están a punto de hacerlo.
En Europa la mayor caída se ha producido en Irlanda (los datos españoles son siempre opacos), pero son muchos los países atrapados en el declive del precio de la propiedad comercial.
Pero la moda de invertir en este tipo de activos ha sido muy grande, y ello hace que los que están siendo dañados no solamente sean los compradores sino también los bancos. Las pérdidas son muy importantes en los bancos que han financiado interminables bloques destinados al comercio o a oficinas, y en muchos casos las decisiones han sido desastrosas. Edificios de lujo que nadie los ocupa porque tampoco a nadie se le ocurrió plantearse si había mercado para lo que se pretendía construir.
Bibliografía: Still blighted. The economist may 23rd 2009.
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