Según cuenta Gillian Tet en Financial Times, trabajando en Tokio hace diez años pudo observar situaciones en el sistema bancario que hoy en día son familiares en occidente. En aquel tiempo, el banco de Japón está vertiendo ingentes cantidades de yenes en los mercados monetarios mientras que los políticos japoneses exhortaban encolerizadamente a los bancos a prestar dinero. También en aquel tiempo, se pensaba que una crisis de exceso de endeudamiento se solucionaba aumentando las deudas.
En ese punto, el gobierno de Tokio incluso aprobó cuotas, que estipulaban unas cifras mínimas de préstamos que los bancos deberían dar a las pequeñas empresas para combatir el pernicioso credit crunch nipón.
Gillian Tett considera casi cómico lo que hacían los bancos. En público los bancos defendían que estarán prestando a las pequeñas empresas; mientras que en realidad algunos estaban cumpliendo objetivos prestando las subsidiarias de Toyota.
Enfrentados a las órdenes políticas de prestar, los bancos japoneses escondían la cabeza alrededor de las normas, y la liquidez no surgía cuando esperaban los políticos.
La situación es bastante familiar con lo que está ocurriendo en los últimos meses.
Pero a la vez que los bancos andan revueltos en algunas áreas, en otras la situación es bien distinta. Por ejemplo, una emisión de 1.000 millones de euros en bonos emitidos por Deutsche Postbank, recibió solicitudes por valor de 9.200 millones de euros en tan sólo diez minutos. Irónicamente, muchos inversores consideraron la deuda del banco como uno de los instrumentos más seguros del planeta.
Esta semana una locura similar se produjo con EADS, el gigante aeroespacial. Algunos banqueros están utilizando la palabra burbuja para referirse a estos activos vainilla.
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