El fenómeno de la recesión global avanza por todo el mundo, cumpliéndose funestamente los presagios más pesimistas. No parece haber ya muchas dudas de que nos enfrentamos a un fenómeno global, que al menos en cuanto a extensión y alcance no tiene precedentes ni siquiera en la Gran Depresión. El proteccionismo comercial suponía una barrera al crecimiento económico mundial, y fue la globalización quien en los últimos veinte años ha conseguido un crecimiento económico casi generalizado en todo el mundo. Pero la globalización tiene un efecto muy pernicioso en caso de crisis global, y es la interdependencia de los mercados internacionales. Si dejamos de consumir comida precocinada en Europa, resulta que los afectados no son sólo los europeos, sino que el fenómeno se extiende a los cultivadores de aceite de palma de la lejana isla de Borneo.
Valga este preámbulo para comentar la noticia que hoy nos trae la agencia Reuters: "Factories slash output and jobs around the world". Los pedidos caen hoy más que ayer en las factorías de todo el mundo: China, India y Europa del Este se unen a Estados Unidos y el mundo desarrollado en la mengua de la actividad fabril. Los gestores empresariales son puestos a prueba y comienzan los despidos masivos en todo el mundo. En veintiocho años no se había visto nada igual en Estados Unidos, el terror se ha extendido en los consumidores y cada vez se consume menos.
Los indicadores norteamericanos se desploman: Un informe de Institute for Supply Management acaba de desvelar que la contracción es mayor que lo esperado. También el ISM, principal indicador de la actividad de las fábricas de USA, ha caído a niveles no vistos desde 1980. La demanda está colapsando en occidente y ello está ya afectando a las economías emergentes exportadoras. China, Rusia, India y Brasil, las últimas esperanzas con las que se contaba para salvar al mundo de la recesión, muestran ya serios síntomas de debilidad. Los signos se extienden por todas partes, desde los despidos masivos que están teniendo lugar en China al desplome del piso de la vivienda en Corea del Sur (uno de los últimos bastiones de la burbuja inmobiliaria global). La historia se repite una y otra vez, pasando de paíse a país, y lo más preocupante es que la debilidad se extiende rápidamente.
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