A finales de febrero en los pinares alóctonos de Extremadura, comenzaremos a ver las orugas de una plaga que me causa especial repulsión, la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa).
Está muy claro de donde viene el nombrecito de esta especie que prospera en los monocultivos de pinares, un árbol que es con mucho el principal causante de los incendios, al menos en el centro de España.
- Carbonero común (Parus major)
- Herrerillo común (Cyanistes caeruleus)
- Carbonero garrapinos (Periparus ater)
- Agateadores (familia Certhiidae):
- Agateador europeo (Certhia brachydactyla)
- Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
- Urraca común (Pica pica)
- Arrendajo (Garrulus glandarius)
- Pico picapinos (Dendrocopos major)
- Pico menor (Dryobates minor)
- Mirlo común (Turdus merula)
- Zorzal charlo (Turdus viscivorus)
- Cuco común (cuculus canorus).
Estas aves desempeñan un papel crucial en el control biológico de la procesionaria del pino, ya que ayudan a reducir sus poblaciones de manera natural. La presencia de estas aves en los bosques de pinos puede ser beneficiosa para mantener el equilibrio ecológico y reducir la necesidad de intervenciones químicas para controlar la plaga.
De todas formas, y en base a mi experiencia con las aves del bosque mediterráneo y el pinar, hay que destacar que realmente en el pinar las densidades de aves son muy bajas comparando con el bosque mediterráneo o ripario, hay muy poco alimento a lo largo del año. La sustitución progresiva de pinos por especies autóctonas, como el madroño o el alcornoque, resultan cruciales para poder incrementar el número de aves que puedan controlar la plaga.