Desde
niño he sentido mucha curiosidad por todo lo relacionado con la
naturaleza y como no podía ser de otra manera por las propiedades de las
plantas que me explicaban en casa. Sin embargo, nadie me habló del
Sauco negro (sambucus nigra), un arbusto con porte arbóreo que conocí mucho
después. Se trata de un arbusto silvestre que aparece en los bosques
aluviales de los ecosistemas mediterráneos, con características
botánicas, composición química y sustancias activas que ofrece las
condiciones para ser aprovechado con fines medicinales, alimenticios,
ornamentales, artesanales y para suplementación animal. Todo está aún
por descubrir sobre la utilización de esta planta en la dieta
mediterránea actual.
Uno de sus usos más frecuentes, es
medicinal, gracias a las propiedades beneficiosas para la salud que
contienen sus frutos y sus flores. En algunas zonas, como en las Islas
Británicas, se utiliza además como planta ornamental.
Las flores
del saúco son blancas y aromáticas, se agrupan en inflorescencias,
formando grandes corimbos aplanados de entre 10 y 25 cm de diámetro.
Actualmente lo estoy deshidratando y lo uso como condimento en
diferentes platos, por ejemplo ensaladas. Actúa como diurético, activa
el tránsito intestinal, favorece el sistema inmunológico, combate la
secreción mucosa y es realmente eficaz contra los virus del resfriado y
la gripe.
Los frutos del sambucus nigra son pequeñas bayas, cuya
recogida tiene lugar al final del verano, y son de aspecto negro y
brillante. Desde la antigüedad han sido utilizadas como remedio natural
por las propiedades medicinales que contiene. Pero ojo, se recomienda
consumirlas cuando ya han alcanzado el proceso de maduración, incluso
para más seguridad, se recomienda cocinarlos antes de comerlos. El resto
de sus partes, la corteza, las hojas, y las semillas contienen
componentes tóxicos por lo que no son aptas para el consumo.
Llevo bastante tiempo leyendo bibliografía sobre esto y lo que veo en sentido contrario no parece tener soporte científico. Para mi las lecturas de temperatura, ver el termómetro por decirlo más claro, por ahora es algo tangible que puedo comprobar y la metodología que miles de científicos están empleando me parece correcta. Antes de existir los termómetros también podemos saber lo que ocurrió pues hay métodos contrastados como el estudio de los anillos de los árboles, que nos permiten estudiar el clima cientos de años atrás. Y si analizamos árboles petrificados, como los que vi hace muchos años en la Patagonia, podremos analizar el clima mucho más atrás. Los anillos de los árboles son más gruesos si el clima es más cálido y húmedo.
Y si queremos retroceder aún más, podemos llegar hasta los 800.00 años, lo que se hace es analizar pequeñas burbujas de aire que quedaron atrapadas en el hielo fósil, y que nos dan mucha información, sobre todo la cantidad de gases de efecto invernadero que había en la atmósfera en el pasado.
También el análisis de los sedimentos fosilizados, donde quedaron atrapados insectos o polen hace miles de años proporcionan una valiosa información a los científicos. Los científicos introducen tubos para extraer sedimentos debidamente estratificados que permiten obtener la información.
Estos métodos me parecen irrefutables, incluso jóvenes estudiantes pueden verificar fácilmente, así que no puedo creer que haya una manipulación de científicos a gran escala, que manipule a los científicos de todo el mundo, incluyendo a los chinos y rusos.
En conclusión, que estamos ante el cambio climático más pronunciado de los últimos 800.000 años, y que está coincidiendo con un vertido masivo de gases de efecto invernadero de origen antrópico a la atmósfera, es algo difícil de rebatir si se aplica la lógica. Es difícil utilizar razonamientos coherentes que puedan discrepar de que estamos ante un episodio climático que no ha ocurrido en cientos de miles de años, es lo que vienen alertando los científicos desde 1.979, y 45 años después parece que estas previsiones si que van cumpliéndose.