Si tomamos por ejemplo datos que da WWW Adena, un coche emite en promedio 3,4 toneladas de CO2 al año de forma artificial. A partir de aquí, unos cálculos sencillos nos permiten estimar, mil millones de toneladas arriba, mil millones de toneladas abajo, cuánto CO2 vomita la humanidad para suplementar al que por causas naturales asciende a la atmósfera. Cierto es que los geoingenieros más puristas y sofisticados abordan el desarrollo de tecnologías como la caputra de CO2 del aire, y otras más, aunque muchos nos conformamos con trabajar sobre problemas más cotidianos pero que requieren la misma eficacia o más: calderas, compresores, sobredimensionado, etc. El geoingeniero de andar por casa tiene mucho que decir a partir de ahora, y especialmente en países pujantes como son todos los del hemisferio sur.
Otra de las actividades de la geoingeniería que podemos mencionar es la gestión de la radiación solar, o solar radiation management (SRM). Lo que se pretende hacer con esta tecnología es dispersar aerosoles ligeros en la parte superior de la atmósfera para incrementar la reflectividad.
¿De dónde ha venido esta idea tan sorprendente? En la erupción del volcán Pinatubo, Filipinas, se lanzaron a la atmósfera partículas de dióxido de azufre a la estratosfera en tal cantidad que se reflejó a la atmósfera luz suficiente como para enfriar la tierra 0,5 º C durante un tiempo.
No obstante, el problema de estas acciones puede ser que modificar la radiación solar tenga otras consecuencias como disminuir la precipitación y la evaporación, lo cual afectaría a la agricultura.
Bibliografía: Is Geoengineering inevitable? GreenBiz February 2010
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