Según cuenta el historiador británico Hugh Thomas en su libro "El Imperio Español" una de las primeras observaciones de los colonos en la América continental fue la riqueza de la tierra:
"Todo lo que los españoles plantaban o sembraban en Urabá había crecido extraordinariamente bien...Han traído de Europa todo tipo de semillas, injertos, caña de azúcar, árboles y plantas jóvenes. ¡OH, admirable fertilidad! Los pepinos y otros vegetales pueden recogerse al cabo de veinte días de plantarlos. La col, la remolacha, la lechuga, la escarola y otros productos de huerta maduran en sólo diez días, y las calabazas y los melones, veintiocho días después de sembrarlos. Los árboles jóvenes que criamos en nuestros viveros, así como los injertos de árboles similares a los de España, dan fruto con tanta rapidez como en La Española".
Valga este preámbulo para hacernos una idea de la capacidad que tienen muchas zonas tropicales para generar biomasa. En efecto, a veces nos empecinamos en buscar biomasa donde no la hay mientras que en otros sitios es un recurso de lo más abundante, y además aprovecharse de forma sostenible. La India es uno de estos países, así que veamos que nos dice al respecto The Economist del pasado 20 de septiembre en su artículo "Power Plants".
Por lo que cuenta la revista, las firmas británicas del sector han puesto su vista en las magníficas posibilidades que para la producción de energía a partir de la biomasa podemos encontrar en la India. En el estado indio de Chhattisgarh, por ejemplo, se están realizando cultivos para la producción de biocombustibles. Se trata de una joint-ventures entre DI Oils, una firma de biocombustibles británica, y BP, uno de los gigantes de la energía. DI-BP, han prometido pagar 14 céntimos por cada kilogramo de semillas negras de jatropha. Trituradas, estas semillas producen un aceite viscoso que cuando se quema genera una llama clara y limpia. Con el aceite se puede hacer funcionar un generador o una bomba, o puede ser refinado para producir biocombustibles que alimentan tractores, camiones o trenes.
La Jatropha contiene una proteína tóxica similar al ricino, y tradicionalmente sólo ha ocupado los setos, como protección de cultivos comestibles del ganado doméstico. La tribu Shambaa, en Tanzania, utilizaba sus frutos para otro propósito más curioso. Hacían comer los frutos a los sospechosos de haber cometido un delito, si vomitaban, eran inocentes; y si fallecían, eran culpables.
Pero ahora el mundo se propone producir grandes cantidades de esta planta, pues sus aplicaciones para producir energía son más que interesantes. Es una planta que se comercializa también en España con destino a plantaciones para producir biodiesel. En todo el mundo hay puestas muchas esperanzas en esta planta venenosa, como uno de los medios para obtener una parte de la energía que tan vorazmente reclama la humanidad. En la India, el cultivo de la Jatropha está suponiendo un importante revulsivo económico, ya que se están regenerando mucho suelo seco y desnudo para cultivar Jathopha, produciendo un efecto positivo en la creación de trabajo para la población local. India cuenta ya con dos tercios de los cultivos de Jatropha de todo elmundo.
El gobierno indio se ha apuntado también a la moda de las energías renovables, y para 2017 se propone satisfacer el 20 % de la demanda de combustible diesel de la India con combustibles derivados de las plantas. Esto significa que se van a poner en explotación 14 millones de hectáreas para cultivar Jatropha.
Pero en la India se están utilizando también otras plantas para la producción de biocombustibles: Por ejemplo, se está produciendo bioetanol a partir de la melaza que se genera como subproducto en el refinado de caña de azúcar. También la pongamia pinnata, un abedul indio, se está utilizando como fuente de biodiesel. Respecto a la plantación de estos árboles para la producción de biomasa, desde la India se están extendiendo los cultivos hasta países vecinos, por ejemplo Indonesia, Sri Lanka y Huganda. Tan solo la firma Roshini International Bio Energy, se propone plantar 1.000 millones de árboles en todo el planeta, ocupando un área como la mitad de Dinamarca. Esperemos que estas repoblaciones forestales no se realicen sustituyendo árboles autóctonos, sino recuperando terrenos degradados. En este sentido, parece haber una tendencia reciente en la que los cultivos para obtener biomasa se están extendiendo hacia terrenos secos que pueden tolerarlos.
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