Hace algunos días describíamos cómo las burbujas especulativas van causando periódicamente problemas económicos de primer orden (ver "Especial The Economist: El futuro de las finanzas"), una cuestión muy importante que nos ayudan a entender la catástrofe económica que estamos viviendo actualmente en España. Hoy, cuando se ha constatado que 200.000 personas más han engrosado las abultadas cifras de desempleo, y cuando incluso el gobierno no ve descabellado alcanzar la histórica cifra de 4.000.000 de parados en España, vamos a hablar de las causas que hacen inflarse las burbujas. Porque no nos engañemos, el desempleo procede mayoritariamente de sectores afectados por la burbuja inmobiliaria. En muchos polígonos no se fabrica otra cosa que puertas, ventanas, cocinas, extintores, etc., todo lo relacionado con la construcción; es lo que denominamos industria auxiliar de la construcción, la actividad que ha hecho crecer PYMES como ninguna otra en España. Pero la parada de las obras ha hecho desaparecer el mercado bruscamente, y ello hace imposible la continuidad de una parte relevante del tejido productivo. El descenso del consumo de objetos superfluos y la destrucción directa del empleo en construcción, explican la mayor parte de la destrucción del tejido productivo que está teniendo lugar. Y lo peor no es la destrucción en sí, sino que lo más lamentable de todo es que no existen alternativas para tanta gente, simplemente no existen actividades que sustituyan al tejido productivo perdido.
Lo primero que es necesario plantearse son las causas por las que los efectos de la burbuja ha caído tan de improviso, pues tanta quiebra empresarial parecería indicar que nadie esperaba tal burbuja. Sin embargo, las consecuencias de la burbuja venían ya advirtiéndose en España desde que The Economist advirtió de ello en 2002. Pero la práctica totalidad de los medios de comunicación, políticos y expertos, negaron la burbuja hasta la saciedad. The Economist January 24th 2009, vuelve a hablar de las burbujas, pero en esta ocasión lo hace analizando las causas por las que este fenómeno se repite una y otra vez. Veremos que se trata de un fenómeno tan predecible que parece mentira que haya originado la situación actual.
El fenómeno de las burbujas viene comprobándose una y otra vez en muchas facetas de la economía. Las burbujas potenciales, a menudo colapsan en sus primeras etapas y no suelen causar mucho daño porque fuerzas fundamentales están empujando en la otra dirección. Los inversores suelen tener miedo a este tipo de negocios, pues saben que el riesgo es real. Su optimismo es continuamente sacudido por el miedo y por los especuladores que ensayan entrar en un mercado aparentemente robusto. Las autoridades responsables desempeñan su función reguladora y aumentan los tipos de interés para mitigar los efectos del gasto y los préstamos.
Sin embargo, las burbujas se escapan a veces de las manos, y crecerán hasta un punto en el que de pronto paren su ascensión y comiencen a desinflarse. El daño que provoca el fenómeno puede ser pequeño o grande según los casos. La burbuja más importante de las que hasta el momento han existido ha sido la burbuja inmobiliaria que deflactó en 2007, cuando todo el mercado se había equivocado.
En los sistemas financieros más eficientes, el miedo se propaga con rapidez. Como los precios de los activos caen, cada vez hay menos inversores y comienza a aparecer la morosidad. La morosidad no se debe tanto a los tipos de interés, como a la impresión generalizada de que se está perdiendo dinero en una inversión. Si los activos bajan de precio el inversor intenta salir a toda costa, y en activos ilíquidos como los inmobiliarios, la salida del inversor se traduce como un aumento de la morosidad.
Cuando los inversores se retiran de las burbujas, el refugio es la deuda soberana, el oro, o el dinero líquido simplemente. El crédito comienza a ser escaso repentinamente y sus efectos son devastadores. Siempre ha ocurrido lo mismo milimétricamente, y el último episodio es el que vivimos actualmente. Al estallido de las burbujas les sigue una crisis de liquidez. Es importante destacar dos cosas en este punto: La crisis de liquidez no es la que origina el estallido de las burbujas, y los bancos si no prestan dinero es simplemente porque no pueden. Ambas cuestiones son evidentes, pero sin embargo suelen mantenerse posturas contrarias. Suele pensarse que la crisis de liquidez ha originado el estallido de la burbuja, y si se recupera la confianza volverá otra vez a su sitio. Pero esto no sucede nunca así, por un motivo sencillo, la crisis de liquidez la origina la caída del valor de los activos inmobiliarios, así que mientras continúe la caída del valor de los activos. Mientras que cae el valor de los activos, suelen aparecer noticias indicando que las gangas están reactivando el mercado (hoy mismo ha ocurrido), pero esto no sucederá mientras continúe la percepción general de que los precios han tocado fondo. En 2007 Dick Fuild, de Lehman Brothers, observó que mientras que el crecimiento lo hacía con un incremento aritmético, la contracción del crédito se producía geométricamente. De ahí la percepción actual de brusquedad en el estallido de la burbuja inmobiliaria. El propio Fuild pudo comprobar poco después en su propio negocio que estaba en lo cierto en sus observaciones.
En periodos de deflación de las burbujas, los inversores piden garantías y una mayor regulación, demandan también una valoración más exacta del valor de sus activos inmobiliarios. Tales regulaciones funcionan bien en tiempos de bonanza pero en tiempos de crisis suelen hacer aumentar el miedo a la inversión. Si una inversión está muy regulada, suele desconfiarse de ella, y aleja a los inversores. De ahí el dinamismo que las inversiones en Estados Unidos han disfrutado estos años.
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