Si exceptuamos Estados Unidos, Luis Inácio Lula da Silva disfruta de uno de los mayores índices de popularidad conocidos en América desde la II guerra mundial. Tan sólo los últimos éxitos de Álvaro Uribe en Colombia contra las FARC han recibido un reconocimiento parecido. Todo ello unido a que Brasil es uno de los pocos países del mundo que no entrarán este año en recesión, hace que el mayor mercado de Sudamérica deba ser objeto de mayor atención.
Tan solo dos años quedan de presencia de Lula en el poder, y el presidente aún habla de reformar el laberíntico sistema de tasas de Brasil. Pero lo que realmente va a marcar los dos últimos años de Lula va a ser la lucha contra la crisis. Si bien la economía brasileña está más que saneada, lo cierto es que el efecto contagio hace que la gente se retraiga a la hora de tomar decisiones, y ello ralentiza la economía. El Ministro de economía brasileño aún ve posible llegar este año a un crecimiento del 4 %, aunque estas previsiones son quizás demasiado optimistas. Las inversiones brasileñas continúan fuertes en diversos campos, por ejemplo el energético (ver “Buenas perspectivas de gas en Bolivia”) o en armamento.
Entre las acciones que probablemente emprenda el gobierno brasileño para estimular la economía destacan las ayudas fiscales, aunque su margen de maniobra es limitado por la considerable deuda pública del país. El gobierno de Chile, por el contrario, anunció en enero un paquete de estímulos fiscales de 4.000 millones de dólares, con los que se propone crear 100.000 puestos de trabajo y ayudar a las familias más pobres. Pero el gobierno de Brasil, cuya deuda pública es mucho mayor, necesita preservar sus excedentes fiscales para retener la confianza en su deuda soberana. Los ingresos por tasas bajarán también este año en Brasil.
Una de las principales prioridades del gobierno brasileño es impulsar las inversiones públicas mediante un programa denominado PAC.
Si la inflación sigue rebelde como hasta ahora, el Banco Central no podrá tampoco recortar los tipos de interés, por lo que el gobierno estará bajo presión y el gobierno tendrá que encontrar otras alternativas para impulsar la economía. Entre las medidas a tomar se baraja garantizar los créditos a los granjeros o a las firmas de construcción, colectivos acosados por la crisis del crédito internacional.
Bibliografía: Lula´s last lap. The Economist 10 th 2009
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