A comienzos de los 90, quien suscribe recorrió Polonia en automóvil, un largo viaje por el sur que continuó posteriormente por las repúblicas bálticas, y luego de vuelta por la costa de la antigua Prusia oriental. Fue un viaje de los que permiten captar la esencia de un país.
Nada más entrar por un puesto fronterizo del sur próximo a Wroclaw, uno siente lo que más preocupa cuando se accede a un país del que no se conoce nada: ¿Dónde dormiré esta noche? Las guías de viaje de la época hablaban de la Polonia que acababa de divorciarse de de la Unión Soviética como un país interesante, pero que pocos europeos del oeste recorrían por tierra. Y efectivamente eso era así, muy pocos extranjeros viajaban por las remotas carreteras polacas. Pero no era para tanto, en la Polonia de comienzos de los 90, cuando un polaco en España era una rareza extrema, ya se vislumbraban las grandes posibilidades que el país tenía para un despegue económico inmediato. De hecho, salvo por las dificultades logísticas propias de los viajes por Europa del este, fue un viaje de lo más ilustrativo.
Los grandes centros industriales de Katowice en la Silesia superior, languidecían por el aletargamiento que la herrumbre y la parálisis producían; las ciudades costeras de herencia alemana como Gdansk, también sentían cómo morían sus importantes centros industriales; y esa era la percepción general de un país que abarrotaba las iglesias los domingos. La percepción que uno se llevaba de los polacos era que se trataba de gente culta, seria, cualificada, trabajadora y bien organizada.El país no necesita mucho para despegar e incorporarse a una economía competitiva, y eso se ha visto poco después. Trabajadores altamente cualificados habían sido despedido de los obsoletos centros de producción, pero desde luego se veía capacidad de fabricación. Polonia tenía poco dinero pero derrochaba intangibles en forma de un know-how muy destacable para poner en marcha actividades económicas de cualquier tipo.
Por eso hoy, la lectura de “Horse power to horsepower” en el último número de The Economist nos ha estimulado a dar un nuevo repaso a la economía polaca.
Polonia fue en 2.009 el único país de la Unión Europea que registró crecimiento económico el último año. Un país con un gran poder de compra propiciado por sus bajos precios, se ha convertido en la sexta economía más potente de Europa. España siente de cerca el aliento polaco en estos días.
Salvo por lo endiabladamente difícil que resulta entenderse con los locales, Polonia es un gran país, y ello ha propiciado que grandes flujos de inversores extranjeros hayan puesto su mirada allí. La crisis financiera no existe en Polonia, y los banqueros no ponen obstáculo alguno para prestar y posibilitar las inversiones que el país necesita. Un país seguro, fiable, barato, con personal cualificado y cuyos costes salariales son la mitad que en España, están estimulando que incluso los inversores españoles busquen esos lares para protegerse de la bomba de relojería española.
Polonia tuvo también suerte, ya que los préstamos en moneda extranjera que han arruinado países como Hungría o Letonia llegaron bastante tiempo. Un gobierno criticado por su excesiva cautela acabó protegiendo a Polonia de los excesos de otros países próximos.
Incluso así, por los gobiernos de Polonia en el pasado, y para “casi” el resto de Europa ahora, el futuro parece bastante halagüeño. El gobierno ha hecho algunas incursiones en algunos de los peores problemas de Polonia, notablemente con una reforma parcial de las pensiones. Tardíamente ha comenzado un programa para modernizar carreteras y ferrocarriles (2.000 km de nuevas carreteras rápidas serán construidas en 2012, cuando Polonia y Ucrania alberguen el campeonato europeo de fútbol.
También se han hecho algunos cambios necesarios en la agobiante burocracia del país. Polonia está bajando puestos en la mayoría de los índices de clima para los negocios. Del sistema de tasas no se puede decir lo mismo, pues Polonia ocupa el puesto 151 de 183. Pero algunas mejoras están en camino, incluyendo la revisión de tasas online y despeje de aduanas más rápido. La gestión correcta de aduanas, un auténtico nido de corrupción en muchos países, es una de las mejoras más significativas que debe tomar cualquier gobierno para fomentar su economía.
Un gran cambio simbólico y práctico es que los ciudadanos pueden incrementar el uso de declaraciones simplemente firmadas, en vez de actas notariales costosas en tiempo y dinero, cuando hacen negocios con el estado. El gobierno asume ahora que los ciudadanos dicen la verdad a menos que se tengan evidencias de lo contrario. En el pasado, se aplicaba la inversa, y los polacos eran tratados como sospechosos.
La percepción de aquel viaje por Polonia a principios de los noventa, fue precisamente de que iba a ocurrir lo que ahora está sucediendo, se intuía que aquel era un gran país.
Alemania hace ahora guiños a su vecino y quiere acordar las mismas relaciones que tiene con Francia. También se han calmado las turbulentas relaciones que en otros tiempos tuvo con Rusia.
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