A finales del siglo XIX, la comprensión de que la electricidad podía utilizarse para iluminar una bombilla dio inicio a una carrera para determinar la mejor forma de distribuirla. Entre los inventores que contribuyeron a difundir la electricidad destaca Nikola Tesla, con sus ideas para distribuir la electricidad a través del mundo. En aquel momento nadie podía imaginar la magnitud de los sistemas de distribución actuales. Tesla ideo la forma de transmitir energía sin necesidad de cables, pero sus ideas se desvanecieron rápidamente cuando el mundo probó las infraestructuras de cables.
Hace unos pocos años, Marin Soljačić, un profesor de física en MIT (Instituto de tecnología de Massachuset), fue sacado del a cama por el sonido insistente de un teléfono móvil. “Este no para hasta que lo enchufe para cargarlo, pensó Soljačić. Medio en sueño, pensó que lo ideal sería que el teléfono empezase a cargarse nada más entrase en casa.
De esta forma Soljačić comenzó a buscar formas de transmitir la energía sin cables. En vez de perseguir un esquema de larga distancia como Tesla, decidió buscar métodos de transmisión de energía de medio rango que pudiesen carga – o incluso hacer funcionar – dispositivos portátiles tales como teléfonos móviles, PDAs, y laptops. Consideró el uso de ondas de radio, que enviaban información de forma precisa a través del aire, pero encontró que la mayor parte de la energía se perdía en el espacio. Otros métodos más precisos como el láser requieren una línea definida a la vista – y pueden ser perjudiciales para todo lo que se encuentre en el camino. Por ello Soljačić buscó un método que fuese tanto eficiente – capaz de recibir energía sin disiparla en los alrededores – y seguro.
Acabó probando el fenómeno del acoplamiento resonante, en el que dos objetos ajustados a la misma frecuencia intercambian intensamente energía pero interactuando solamente de una forma muy débil con otros objetos. Soljačić encontró que la resonancia magnética es un medio prometedor de transferir electricidad porque los campos magnéticos se desplazan libremente por el aire y tienen un efecto muy reducido en el medio ambiente, y a las frecuencias apropiadas, en los seres vivos. Trabajando con los profesores de física de MIT John Joannopoulos, Peter Fisher y tres estudiantes, ideó una instalación simple inalámbrica para proporcionar energía a una bombilla de 60 vatios.
Tras sus investigaciones posteriores, el trabajo del MIT ha atraído la atención de las compañías fabricantes de productos de consumo y la industria del automóvil, así como del departamento de defensa.
Se trata de una tecnología de lo más prometedora que puede ayudar a mejorar la productividad en múltiples campos. El artículo completo puede consultarse aquí.
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