Si comparamos con el promedio de las economías emergentes, Argentina es desde luego un país rico y lleno de posibilidades. Si viajamos desde Buenos Aires hacia el sur, lo primero que nos sorprenderá es la riqueza de la Pampa húmeda. Interminables haciendas donde las vacas pastan a su antojo la siempreverde hierva que crece con profusión. La estampa del gaucho a caballo aún pervive como único medio para acceder a los lugares más remotos, pero lo cierto es que con poco cuidado las vacas prosperan sin problemas en tan rica tierra.
Si continuamos hacia el sur, las carreteras siguen siendo buenas, y finalmente, cuando dejemos la ciudad turística de Mar del Plata, nos encaminaremos hacia la Patagonia por la R-3. Buenas carreteras aquí también, pero cada vez más solitarias y transitadas únicamente por los grandes camiones que traen mercancías del sur. En las estancias ganaderas la vaca deja paso a la oveja, una oveja mucho más arisca que las europeas aprovechando unos pastos mucho más secos. Grandes riquezas se esconden en Patagonia, como las explotaciones de carbón de Rio Gallegos, donde el mineral está en la misma superficie terrestre.
Pero el verdadero tesoro de la Patagonia no está en la tierra, sino en el mar, en ese frío mar de color azul intenso. En Puerto Madryn o Puerto Deseado algo nos indicará la riqueza del mar: La abundancia de vida de la Patagonia, con pocos lugares del mundo que se le parezcan. La ballena franca del sur, el pingüino de Magallanes, el elefante marino, el león marino, o las orcas, aquí los encontraremos por doquier, y en grandes concentraciones en el caso de los pingüinos o leones marinos. Estos animales antárticos han abandonado las aguas más frías y aquí encuentran en grandes cantidades el sustento que necesitan: calamares, gambas, langostinos, merluzas, etc.
Las flota pesqueras más grandes del país tiene su base en Mar del Plata, donde aún hace falta mejorar muchas cosas. Gran parte de los trabajadores están aún empleados sin contrato laboral. La segunda flota del país, ya en la ciudad patagona de Puerto Madryn tiene otros problemas. La actividad pesquera recibió subsidios por establecerse aquí en los años 80 y 90, como parte de los esfuerzos del gobierno por desarrollar Patagonia. Pero su pescado no era competitivo con un peso sobrevaluado, no había manera de colocarlo fuera del país. Un dólar= un peso, algo que sólo se creía el gobierno argentino. Pero la devaluación del peso en 2001, el origen de ese fenómeno denominado corralito, hizo que las cosas cambiasen rápidamente. El peso se cotizó por lo que realmente valía y de la noche a la mañana el pescado de la Patagonia se hizo muy competitivo en los mercados internacionales. Es un ejemplo más de cómo una crisis como la Argentina hace que aparezcan increíbles oportunidades de negocio. Las compañías pesqueras argentinas florecieron en poco tiempo, ya que sus costes eran en pesos y podían exportar todo su pescado. Pero esta bonanza no duró mucho, puesto que la falta de control hizo que se intensificase la pesca hasta tal punto que las capturas cayeron a plomo, y así lo hicieron también los beneficios. Los ciclos económicos siempre se comportan así, y no hay forma de que se aprenda de los errores pasados.
La recuperación económica vivida en Argentina durante esta década ha vuelto a propiciar que la pesca en Patagonia sea otra vez un chollo, pero ha surgido otro problema previsible, los trabajadores han comenzado a presionar demandando salarios más elevados. En 2005 estalló una huelga de 45 días, en la que incluso se ocuparon plantas de proceso. En 2007 los huelguistas llegaron incluso a quemar una planta de proceso. Todo esto originó que las compañías transigiesen, y según ellos los salarios se han elevado un 150% desde 2003. Ahora es difícil competir en los mercados internacionales, puesto que la elevación de los costes no puede trasladarse al producto. Los argentinos no son muy amigos del pescado, así que gran parte de las capturas se exportan a España.
El mayor problema del sector de pesca argentino es actualmente la sobrepesca, y aunque los esfuerzos de inspección han aumentado mucho, aún lo han hecho insuficientemente. El 70 % de las merluzas adultas, por ejemplo, han desaparecido en los últimos veinte años. La voracidad de los políticos de la Patagonia ha hecho que la sostenibilidad de las pesca no esté garantizada a largo plazo. Las medidas del gobierno están llegando demasiado tarde para salvar el próspero negocio del pescado de la Patagonia. Los empresarios de Puerto Madryn hablan de crisis, y la mayoría de las compañías han comenzado a despedir trabajadores, a cerrar plantas y a vender barcos para cubrir pérdidas.
Bibliografía: fishy business. The economist October 11th 2008
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