Hace ya más de un siglo que se optó por trasladar la energía eléctrica desde el punto de generación al punto de consumo utilizando redes de distribución de corriente alterna. Desde entonces, el mundo se ha ido llenando de líneas eléctricas que utilizando tensiones de miles de voltios, hacen llegar la energía hasta donde se necesita. Cuando esa energía llega al usuario, hay que utilizar transformadores de tensión para conseguir que la energía alcance el nivel de tensión que se necesita en cada caso, y se distribuya como corriente alterna o corriente continua. Cuando los receptores trabajan con corriente alterna (por ejemplo la mayoría de los motores), la energía se utiliza en este estado, pero cuando trabajan en corriente continua (por ejemplo los equipos electrónicos, la energía debe transformarse nuevamente en corriente continua.
Imaginemos cual es el ciclo de vida de la energía generada por ejemplo en un hoy popular huerto solar. Vamos a analizar cómo se derrocha energía en el proceso de hacer llegar la energía al punto de consumo, lo cual nos dará ideas sobre lo imperioso que resulta tomar medidas de ahorro energético en el sector de la distribución. Cuando las células solares que componen un panel fotovoltaico transforman la energía procedente del sol en energía eléctrica, la energía se produce en corriente continua. Seguidamente es necesario transformarla en corriente alterna en baja tensión, utilizando los denominados inversores. La corriente alterna, en baja tensión, es inmediatamente transformada en alta tensión (p. ej. 22 kV), para poder ser conectada a la red de distribución. Seguidamente, la energía se incorpora a las grandes redes de distribución, y en sucesivas transformaciones puede transformarse a tensiones mucho mayores (p.ej. 220 kv). En los puntos más próximos al consumo, la energía sufre el proceso inverso, es decir, en sucesivas transformaciones va alcanzando un nivel de tensión (p.e. 220 v) con el que puede venderse al usuario final. Por último, usuario final recibe la energía en corriente alterna y comienza a utilizarla en distintas aplicaciones. La falta de regulación ha hecho que no se entregue energía al usuario en corriente alterna, y éste se vea obligado a transformarla en todos y cada uno de los equipos electrónicos que utiliza en su vivienda. Equipos informáticos, televisores, reproductores de DVD, y un sinfín de equipos electrónicos derrochan una importante cantidad de energía al ir transformando energía en todos y cada uno de los aparatos electrónicos. Cualquiera que toque un transformador, y sienta el calor generado, se dará cuenta del terrible derroche que supone transformar la energía. El derroche es realmente tremendo, y sin duda superará nada menos que un 50 % si tomamos como referencia la energía que se generó en el panel fotovoltaico y la energía que se consume en los equipos electrónicos..
Estas reflexiones vienen a cuento a raíz del artículo Trade winds, publicado en The Economist 21st 2008, donde se explica un nuevo proyecto cuyo objetivo es transformar las redes de distribución (las grandes redes de corriente alterna en alta tensión) en un sistema interconectado pero trabajando a corriente continua. El colmo de los colmos es que la corriente continua está más adaptada para transportar energía en largas distancias, ya que las pérdidas son menores, incluso en líneas enterradas, y desde luego también se comportan mejor en los cables submarinos. Por otra parte, la corriente continua no es peligrosa, lo cual disminuye las reticencias de los propietarios cuando se pretende atravesar terrenos privados.
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