A primera vista puede parecer que la subida del precio del petróleo es un terrible drama para los países no productores, y un gran beneficio para los productores. Pero si estudiamos en profundidad cómo influyen los precios del petróleo en la economía global, podemos darnos cuenta de que las cosas no siempre son lo que aparentan. No siempre se cuenta que cuando durante la crisis del 73 se triplicaron los precios del petróleo, y las economías del golfo pensaron que había llegado su momento, realmente se estaban sentando las bases para el estancamiento de las economías productoras de petróleo durante la década de los 80 y 90. Un boom de precios sin precedentes como el que estamos viviendo ahora, siempre genera una contracción en la demanda que acaba haciendo caer los precios, y como la oferta se ha adecuado a la demanda, la caída de precios suele tener efectos nocivos para los países ofertantes.
Todo esto debe tenerse muy en cuenta por los países que ahora disfrutan del boom de precios de las materias primas; porque sin ningún género de dudas la situación no va a ser eterna; y el desenlace puede ser doloroso. Ha llegado el momento de transformar sus economías de manera que tengan capacidad para generar otro tipo de riquezas, y no depender tan profundamente de una situación coyuntural que tarde o temprano cambiará. De hecho, ya está cambiando. En efecto, la primera señal la dimos en el blog hace un tiempo, cuando hablábamos de las dificultades de la India para exportar algunas de sus materias primas como consecuencia del incremento en el coste del petróleo. Si, paradójicamente es Europa quien más se está beneficiando del incremento del coste del transporte, y muchas empresas pueden conseguir ventajas competitivas si son hábiles y saben encontrar el nicho adecuado. El transporte en Europa consiste en recorridos de corta distancia, cierto es que se hace mayoritariamente por carretera, pero las rutas largas no suelen subir de los 2-3.000 kilómetros. Por el contrario, la exportación de productos desde Asia o India, por ejemplo, supone realizar recorridos que superan los 10.000 km, y ello evidentemente redunda en un incremento insostenible de los costes.
Los exportadores asiáticos están viendo cómo se encarecen los costes de embarque de todos sus productos, desde coches a tejidos, todo se está encareciendo. Según un estudio de Morgan Stanley esto supone un duro shock para los fabricantes asiáticos, que ven como una de sus estrategias de comercio esenciales, la exportación de productos baratos, se está desmoronando. Evidentemente, no todos los productos están siendo afectados de la misma manera, ya que el transporte a largas distancias se repercute sobre todo en función del volumen ocupado. Es decir, cuanto más pequeño sea lo producido, y sobre todo mayor valor añadido tenga el producto, menos se verá perjudicado por el incremento del precio de los combustibles.
Cinco de las diez monedas más activas de Asia fuera de Japón, han caído este año, arrastradas por la declinación del 12 % en el Thai baht y 11 % de pérdidas en el won de Corea del Sur. El dólar de Taiwan y el yuan de China son los mayores ganadores. El coste de las exportaciones asiáticas está aumentando y se pierde competitividad respecto al euro, incluso aunque el euro se haya apreciado respecto a la mayoría de las monedas. Es un efecto curioso que indica que pese a la subida del euro respecto a gran parte de las divisas, la competitividad del área euro se ha visto reforzada si consideramos el impacto del transporte. Las consecuencias están siendo dramáticas y trastocando algunos sectores. Por ejemplo, la proporción de mercancías que son primero importadas desde otro lugar del mundo y luego reexportadas desde China declinaron un 44 % respecto al 57 % de finales de 2001.
Sin duda este efecto de los precios del petróleo en los transportes a grandes distancias va a tener un efecto en la globalización financiera, sin duda asistiremos a un importante trasiego de capitales para adaptarse a la nueva situación.
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