Una vez más hablamos en Todoproductividad de los avatares de la economía iberoamericana ante la crisis que esta vez ha llegado desde fuera. En esta ocasión revisamos dos artículos que han sido publicados estos días. El primero de los artículos es "That fragile thing: a good reputation", publicado en The Economist 2nd 2009. "A reformed región cannot escape recession but it can mitígate its impact". Este es el veredicto de uno de uno de los medios más prestigiosos del mundo, y es que en esta ocasión muchas economías de Iberoamérica se encuentran en óptimas condiciones para resistir la crisis. En primer lugar el artículo habla de la buena salud de las finanzas de Chile, apuntaladas por el ahorro conseguido en los años de bonanza, y que se ha convertido en una de las economías mejor gestionadas del mundo. Pero según The Economist, México, Brasil, Colombia, Perú y Uruguay no están muy lejos. Pese a la buena gestión de las economías más sólidas de la región, no han podido permanecer al margen de la crisis financiera internacional. Todas las previsiones apuntan a una contracción de la economía este año y una ligera recuperación el próximo. La economía que ha sido golpeada con más dureza ha sido México, por los altos lazos que unen al país con Estados Unidos. Brasil está mejor colocado. Argentina, Venezuela y Ecuador están siendo rechazados por sus vecinos más prudentes y por los inversores más antagónicos. Tan solo China da ciertas esperanzas de inversión a estos tres países.
La buena salud de las cuentas de la mayoría de los países de la región está permitiendo a los gobiernos evitar los dolorosos recortes de gastos. Los bancos centrales han logrado suficientes credenciales en la lucha contra la inflación, y tienen suficientes reservas como para recortar tipos sin impulsar un debilitamiento peligroso de la moneda. No obstante, la prioridad de los gobiernos es mantener la reputación ganada en estabilidad financiera y ello exigirá estrecheces presupuestarias.
El segundo artículo del mismo número que habla de Iberoamérica es "Pain but no panic", donde se repasan las malas noticias de la región. Entre agosto y diciembre cayó el precio de las materias primas y también cayeron las exportaciones. También se secó el flujo de capital en la región, y se elevaron los costes de los préstamos. Según datos del Institute of International Finance, el flujo de capital privado neto que va a Latinoamérica ha caído más de un tercio este año.
Los países con mejores previsiones para el próximo año son Perú, Chile y Colombia, donde se esperan crecimientos que oscilarán entre el 2 y el 5 %. La economía más boyante de la región será este año y el próximo la peruana, en parte porque exporta mucho oro y el oro sigue a precios muy altos. También influyen mucho los grandes proyectos de transporte de hidrocarburos, que proceden todos de la inversión extranjera.
Si bien las monedas locales se depreciaron en torno a un 30 % a raíz de la quiebra de Lehman Brothers, la devaluación ayudó a las exportaciones y no cundió el pánico. Esto no ocurrió en crisis pasadas, cuando los gobiernos se veían obligados a subir tipos de interés para sostener la moneda. Varias de las economías de la región han anunciado medidas fiscales para estimular la demanda. Algunas han hecho más, Chile y Perú prometen elevar el gasto público en un 10 %, principalmente en infraestructuras. Pero no todas las economías están igualmente saneadas, y los estímulos fiscales son limitados. Sólo Chile, que ahorró el equivalente de un 12 % del P.I.B. en un fondo especial durante el boom, puede repetir estas políticas durante varios años utilizando únicamente sus propios recursos.
En el polo contrario se encuentras aquellas economías que han asustado a los inversores extranjeros: Venezuela, Argentina y Ecuador. Todas tienen tipos de cambio bastante rígidos. Según el FMI, estas tres economías estarán entre las que peor lo pasen en la región, junto con México. Estos tres países están mirando a China buscando apoyo.
El gran miedo de la región es que la recesión se prolongue en el tiempo, lo cual haría difícil sostener el gasto del gobierno sin ayuda adicional.
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