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30 mayo 2009

Seguimos hablando de especuladores y alimentos

Este es un blog sobre productividad, y por lo tanto un blog enemigo de la especulación y en general, de las formas menos “lícitas” de ganar dinero. Es por eso bueno que hablemos de cómo los menos amigos de la productividad se dedican a hacer dinero a base de especular con los alimentos. Existen por ahí titulares tan reprobables como “How You Can Profit from the Global Food Crisis”, y es que aunque parezca mentira, hay toda una estrategia destinada a conseguir sacar dinero a costa de la crisis global de los alimentos. Los precios de los alimentos suben como consecuencia del incremento de la población, especialmente en Asia, y ello genera también nichos de negocio en los que se intenta hacer negocio especulando con los precios de los alimentos. Las inversiones que se recomiendan a estos especuladores incluyen agribusiness stocks y Exchange-traded funds (ETFs), que se dedican simplemente a especular con las commodities agrícolas. Estos fondos de inversión tienen como único objetivo maximizar su beneficio, y el beneficio es mayor conforme aumentan los precios de los alimentos. Es decir, invertir en estos fondos no está pensado para aliviar el problema de los alimentos, sino más bien para agravarlo. El pasado 23 de abril un artículo en Spiegel Online llamado “Deadly Greed” volvía a incidir en el papel que los especuladores están teniendo en agravar el problema global del hambre en los países pobres. La forma de actuar de estos fondos es bien sencilla, compran cuando el producto es barato, impiden que salga al mercado cuando se demanda y ello hace que suban los precios, y en ese momento se vende el producto. En el fondo la industrialización del sector agrícola lo que pretende también es lo mismo, evitar que el producto salga al mercado en condiciones naturales y los precios se desplomen. La industria agroalimentaria trabaja así, pero no nos referimos a eso. La especulación con los alimentos tiene lugar a gran escala cuando esta retención del producto la llevan a cabo los intermediarios y lo hacen en grandes cantidades, lo cual tiene una influencia real en los precios. La demanda de alimentos sigue creciendo, y ello incluso en medio de la grave crisis internacional en la que estamos inmersos. Hemos hablado varias veces de ello hace algunas semanas, la agricultura parece ser uno de los pocos sectores que se mantiene en medio de la crisis. La especulación viene sobre todo porque el comercio mundial de los alimentos está mayoritariamente en manos de multinacionales, que mueven el producto por todo el mundo jugando con una elevada volatilidad en los precios. Los productores, especialmente en el sur, se encuentran en una situación agónica y ello marca la desesperación de muchas poblaciones vulnerables. En algunos lugares, la situación es crítica. Podemos mencionar por ejemplo la situación a la que se enfrenta la población de la desolada Haití, donde la vida épica de la población se ha visto agravada por el incremento del precio del arroz. Otros países castigados por la crisis de los alimentos son Bangladesh, Costa de Marfil, Egipto, Uzbekistán, Yemen, Filipinas, Tailandia, Indonesia e Italia. Mucho dinero ha huido de otras burbujas especulativas, y uno de los destinos está siendo la especulación con los alimentos. Los precios de los alimentos están siendo manipulados por los especuladores, grupo al que hoy en día puede pertenecer cualquier ciudadano, es tan sencillo como arriesgar en futuros agrícolas a través de los ETFs, un mercado lucrativo que antiguamente solamente estaba disponible para los grandes inversores. La teoría económica convencional dice que los precios suben cuando la demanda excede a la oferta. Pero en este caso la demanda no son las manos que ansían la comida, sino los inversores que están dispuestos a competir con los suministros. Mucha de la especulación que está ocurriendo se debe a los mercados de futuros, donde los gestores de fondos buscan maximizar sus beneficios usando los denominados contratos de futuros. Los mercados de futuros han sido una herramienta tradicional usada por los granjeros para vender sus cosechas antes de tiempo. En un contrato de futuro, se fijan cantidades, precios, y fechas de reparto incluso antes de que los cultivos se hayan plantado. Los contratos de futuros permiten a los granjeros y almacenistas de granos disponer de una medida de protección contra las condiciones climáticas adversas y unas excesivas fluctuaciones en los precios. Pero ahora los especuladores son los que realmente sacan partido a este mecanismo. Ellos pueden comprar contratos de futuro para el trigo, por ejemplo, a bajo precio, y apostar que el precio subirá. Si el precio del grano sube a fecha de reparto por encima del precio acordado, ellos tienen un beneficio. Algunos analistas creen que estos inversores no dependen solamente del azar y están influyendo directamente en los precios. Para ello lo que hacen es que compran futuros a unos niveles sin precedentes y ello hace que se impulsen hacia arriba los precios a corto plazo. Este mecanismo ha sido uno de los responsables de la crisis del arroz de la que tanto hemos hablado en este blog. Lo que ahora está ocurriendo en el mercado de futuros de grano es algo sin precedentes. Tradicionalmente este mercado era muy estable, con la participación de un grupo de vendedores y compradores – principalmente granjeros y operadores de silos. Pero el paisaje cambió con la llegada de los grandes fondos indexados al mercado del futuro. Cuando aparecen estos fondos, los precios suben y suben. En el negocio de las inversion agribusiness han aterrizado multinacionales como Monsanto, que sin sonrojo alguno promueven bajo el nombre de “revolución verde” el desarrollo de la bioingeniería de los alimentos y la producción de semillas GMO (genéticamente modificadas), fertilizantes sintéticos, y spray de herbicidas y pesticidas. Según los críticos, negocios como la “revolución verde”, lo que hacen es impulsar hacia arriba los precios de los alimentos. Muchos campesinos han sido seducidos por la mayor productividad de las GMO, pero ya se van dando cuenta que estas semillas no pueden reproducirse y deben ser compradas cada año a la compañía. Los granjeros que no pueden usar sus propias semillas acaban produciendo con precios que están fuera de mercado.

Bibliografía:

  • Beat Balzli, Frank Hornig, "Deadly Greed: The Role of Speculators in the Global Food Crisis," Spiegel Online (April 23, 2008).
  • Brett Arends, "Load Up the Pantry," Wall Street Journal (April 21, 2008).
  • Ellen Brown, J.D. Web of Debt

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